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jueves, 18 de noviembre de 2010

DESARROLLO Y DECADENCIA, AUGE Y CRISIS: ESQUEMA SOBRE DIALÉCTICAS DE LA HISTORIA




















Carlos Valdés Martín


Desarrollo
Cada ámbito de la historia y de la sociedad debe poseer su concepto especial de desarrollo, pero existe un nivel general que concebido como nivel civilizatorio[1] debe sustentarse en la visión positiva de un desarrollo. El esquema total entre desarrollo y decadencia, como las dos opciones extremas dibuja la visión total de la dialéctica histórica. De alguna forma, la amplitud de estos movimientos de la historia humana ya está presente desde el post- renacentista Giambattista Vico[2], y luego alcanzó gran perfección conceptual en la dialéctica de la progresión del espíritu en la historia con Hegel[3], para luego ser materializada con Marx[4]. El problema consiste en que carecer de una visión completa de estos procesos dificulta una evaluación del curso de la historia concreta, pues sin la visión panorámica completa nos extraviamos entre un conjunto de árboles obstruyendo la visión del bosque. La interpretación de las épocas[5] en la Historia describe figuras concretas para referirse a estadios de la vida social (Antigüedad, Edad Media, Modernidad) o a modos de producción (Feudalismo, Capitalismo), pero de cualquier manera la interpretación de lo ascendente o decadente en las sociedades es crucial, como lo mostró José Ortega y Gasset en El tema de nuestro tiempo.
Si el concepto de desarrollo (o efecto temporal del “progreso”[6]) se debe colocar en primer lugar (antepuesto a la decadencia) no es debido a una intención de optimismo a ultranza. El motivo, en este caso, también es teórico, porque inicia desde la producción de la vida humana cuya estructura general tiende hacia un avance de las fuerzas productivas. Otra teoría podría suponer que el desarrollo existe por una bendición de la Providencia, de tal manera que se tuvieran motivos diferentes, pero aquí interesan los propios motivos (inmanentes de la sociedad). Partiendo de la separación del humano respecto del “estado de naturaleza”, el ser humano debe producir materialmente su vida, y entonces la tendencia de la producción es hacia la repetición y mejoría. El proceso aparece enormemente lento en sus inicios, y las comunidades con un bajo nivel de medios y aisladas son las más lentas para desarrollarse. Del aislamiento se debe pasar al intercambio, a la integración de una red de grupos en una división del trabajo, para que la tendencia hacia el desarrollo de la producción material crezca tanto para alcanzar su evidencia completa. El código genético, enraizado en las células del cuerpo, es ampliado hacia el código del medio de producción y los códigos de la comunicación de los lenguajes que producen comportamientos y recrean conocimientos. De manera convencional, la prehistoria se separa de la historia por la invención de la escritura fonética; bajo esta visión es correcto que ese invento sea la separación de los tiempos, porque la escritura permite la continuidad y la expansión de los conocimientos.
Desarrollo no es lo mismo e idéntico que producción de la vida material, sino que implica un movimiento temporal que emerge de esta condición de producción, que convierte el devenir en una escalera positiva, donde hoy es mejor que ayer, y luego también mañana será mejor que hoy. En el mundo natural no tendría motivo porqué existir una evaluación de este tipo; esta evaluación es una definición de la sociedad sobre sí misma. Como un remanente (efecto secundario o colateral y casi siempre sin intención) surge una ventaja adicional, pues el conjunto de la condición social mejora mediante su producción; así, el efecto remanente de la producción afecta al conjunto social y nos indica que (en cada peldaño de la escalera de la historia) hoy es mejor que ayer como resultado (digamos casi automático, sin intención). Visto como desarrollo, el resultado es tendencia del conjunto, la mejoría en el sistema histórico acontece en la totalidad de niveles[7] y esto ocurre a partir de una mejor producción, por lo que se identifica el simple crecimiento económico (superficialmente o con un equívoco) como un desarrollo total. Y si comprendemos el desarrollo como ese movimiento de conjunto, entonces luego comprenderemos la idea de progreso como su indicador final, como la graduación de su medida y seña de dirección, de tal manera que comprender el desarrollo total (no como simple acumulación de cifras económicas) nos permitirá captar la visión de un progreso, uniendo el cambio material con el civilizatorio.

Decadencia
La fase decadente no interesa a los autores revolucionarios, por ejemplo  Marx, quien prefiere enfocarse hacia la fórmula de las transformaciones rápidas. Son otro tipo de autores más interesados en fenómenos de largo plazo, como los historiadores, que estudian las largas decadencias de la Roma Antigua o de la época feudal[8]. La situación de España, despertando de un largo marasmo decadente, es propicia para que Ortega y Gasset reflexione en términos de decadencia[9]. Pero también otros pensadores de sociología positiva ya habían enfocado el tema de la “decadencia de Occidente”[10]. La decadencia semeja una especie de vejez[11], una operación social total, que similar a la crisis no surge buscada por ninguno de los actores sociales, donde la cadena de los acontecimientos indica que el hoy resultó peor que el ayer, así como el mañana será peor que el hoy. Aunque esta cadena decadente también está presente en antiguas concepciones religiosas y míticas del tiempo[12], de suyo la cadena decadente adquiere una importante función en los estudios históricos generales, porque la evaluación de un proceso de largo plazo, que escapa a los actores individuales y de grupo debe contener un resultado. El resultado de largo plazo, puede conducir a una decadencia cierta, incluso ocurren “des-acumulaciones” de fuerzas productivas materiales, y retrocesos parciales de la dialéctica histórica del conocimiento; y esto sucede en contra de su tendencia general. El proceso que lleva del punto más alto de la antigüedad esclavista a la transición feudal está caracterizado por una serie de pérdidas en las fuerzas productivas (materiales e intelectuales); aunque el feudalismo no es un retroceso absoluto de las fuerzas productivas materiales, el retroceso en el periodo feudal de las potencias intelectuales grecolatinas aparece más notable. Tardarán casi mil años para la que renovadas fuerzas productivas intelectuales se pongan a tono o nivel comparable con los logros de la Antigüedad, y a eso se refiere el término corriente de Renacimiento, ya que en el siglo XV los europeos se reconectaron con los antiguos y pudieron volver a dar nacimiento a sus fuerzas productivas intelectuales[13] (ellos no se referían a las fuerzas productivas materiales que también se recuperaron en ese periodo).
La reflexión de Ortega y Gasset sobre la decadencia es muy interesante, la define en base a un medidor especial que es la “altura vital”, dentro de lo cual, las fuerzas productivas intelectuales, el nivel de la ciencia y la cultura, juega el papel esencial. Pero la altura vital no está reservada a las altas esferas del saber sino que abarca al hombre de la calle, que es el grupo de masas de las transformaciones, el sujeto-objeto de los grandes procesos sociales.

Estancamiento
El estancamiento estricto, pensado en el largo plazo y no como episodio casual o intrascendente, resulta opuesto tanto al desarrollo como a la decadencia. Expresa un estadio completamente diferente, aunque se pudiera interpretar a la manera de la mecánica como un empate entre el desarrollo y la decadencia, como una reproducción simple (igual escala que lo anterior) diferente tanto de la reproducción ampliada (hacia un desarrollo) y de la reproducción decreciente (en decadencia). La relación con el tiempo está detenida o cortada por completo en el “estancamiento”, entonces aparece una indiferencia ante el paso del tiempo. Eso sucede con las sociedades estrictamente tradicionalistas, cuya veneración por la conservación de las tradiciones se convierte en “inmutabilidad”, y esa fue la imagen que Occidente cultivó erróneamente del conjunto de Oriente. En Marx ese tema se convirtió en la teoría del modo de producción asiático, pero él no fue el único autor que tuvo esa visión de la historia en Oriente, así él fue rodeado de una estela de antecesores y continuadores, con diversos matices en esta visión. El tema de por sí puede ser apasionante, porque la hipótesis del “asiatismo”, implica la conversión de la historia (interpretada como movimiento) en su contrario (interpretada como inmovilidad). Cabe la posibilidad de una producción social aconteciendo de una forma tan circular y cerrada que la repetición propenda al infinito y se presente una "fosilización". Esa idea de la fosilización de la historia es la transmutación de la vida en la falta de vitalidad. Al respecto son notables los comentarios de Marx respecto de China, repetidamente tildada de "fósil viviente" [14]. Esta explicación nos traslada a un terreno más amplio, pues el terreno de la inmovilidad o fosilización asiática está en la base, en la existencia autosuficiente de las comunidades campesinas, las cuales en su circularidad se vuelven inmutables. "El sencillo organismo productivo de estas entidades comunitarias autosuficientes, que se reproducen siempre de la misma forma, y que cuando son ocasionalmente destruidas se reconstruyen en el mismo lugar, con en mismo nombre, proporcionan la clave que explica el misterio de la inmutabilidad de las sociedades asiáticas" [15]. La descripción es de una división del trabajo que se ha congelado a partir de cierto punto, se ha cristalizado y hasta las leyes han sancionado esa división del trabajo paralizada. Pero en la sociedad humana no existe la parálisis perfecta, pues la anterior inmovilidad está "sorprendentemente contrastada por la constante disolución y formación de los Estados asiáticos y el cambio incesante de dinastías" [16]. El contraste contradictorio (el “oxímoron”) entre una base estancada y una superestructura con tempestades, es el rasgo distintivo del asiatismo, que incluso podemos también contrastar con desarrollos asiáticos fuera del campo público, desarrollos en técnicas de medicina o con orientación espiritual, como yoga y chi kung.
Aquello que a la distancia puede parecer inmóvil, a veces el estudio detallado lo revela como objeto en movimiento. El estancamiento de la historia, de debilidad de las condiciones de producción y el diseño de la sociedad, que solamente posibilitan la reproducción, es un episodio que expresa pobreza de las condiciones de producción de la existencia humana.  Pero más allá de cierta barrera de pobreza de la reproducción social, inicia un terreno en que el estancamiento es incomprensible. De manera muy clara, podemos recordar que en las sociedades antiguas y feudales no existía un objetivo de crecimiento económico, ni de incremento de la riqueza anual; en cambio, dentro del capitalismo resulta inconcebible un funcionamiento normal de la economía sin crecimiento y expansión. En el capitalismo un crecimiento cero es un episodio desgraciado que anuncia la caída de la economía o bien una señal de esperanza luego de los números negativos de una crisis, entonces para este sistema económico no se acepta el punto medio, la condición de placentera inmovilidad. A partir del capitalismo el estancamiento resulta una condición económica e histórica inaceptable, cuando para los sistemas socio-económicos previos parecía una situación normal de conservación.


Auge
La más sonrosada de las fases y por lo mismo hasta resulta aburrida (para el recuento retrospectivo), pero la existencia de esta fase de auge indica un vuelco en las perspectivas históricas. El auge significa fase revolucionaria, la etapa de revolucionamiento de las fuerzas productivas, de tal manera que el nivel de la vitalidad histórica rebasa incansablemente las barreras que la cronología previa le había colocado. El triunfo arrollador que representa una fase de auge, por su misma existencia define un signo de interrogación y una crítica sobre cualquier otra fase; la vitalidad desbordada (carro triunfal de los desfiles festivos) de las sociedades lanza una bofetada para los periodos de crisis o de decadencia. Por lo mismo, los periodos contrarrevolucionarios son tan sangrientos, para cobrar sus afrentas al orgullo herido, en contra de los periodos-hijos predilectos de Clío.
El auge puede ser o no revolucionario, por cuanto rompa o no con los equilibrios del pasado. Pero la misma presencia del auge ya anuncia una revolución por venir. El auge pacífico muestra, algo así como una paradójica revolución sin revolución, porque mantiene cierta continuidad con las premisas de su pasado, pues al cumplir las metas y expectativas de pasado, ese auge pacífico deja al pasado sin metas, provoca un vacío discreto y abre la grieta para una obsolescencia social acelerada. Sin las metas pasadas el espacio mental y material permite la generación de nuevos objetivos y proporciona los medios para realizarlos, es decir, abre la posibilidad para pasar del auge al desarrollo y el éste a la revolución, con le paso de la acumulación de cantidad a la irrupción de la cualidad.
El auge no solamente es mejoría sino aceleración, una alocada carrera hacia adelante. Por lo mismo, emparienta con la figura de la revolución, pero el auge puede (y hasta debe) antagonizar con la revolución por la continuidad de las premisas previas, aunque este antagonismo no sería indispensable para un concepto puro de auge: mera aceleración, mero crecimiento. Si el crecimiento de auge es con cambios cualitativos (sin referirnos a rupturas o no) trae el desarrollo, y si no acarrea los cambios cualitativos define una especie de seudo o pre desarrollo. Si el crecimiento del auge arrastra la ruptura de los sistemas anteriores anuncia una posterior crisis revolucionaria[17], o él mismo ya es también una crisis revolucionaria. En este segundo caso, donde el auge mismo esconde una revolución (no tan evidente como trastorno político y conmoción), pero sí una revolución por cuanto revoluciona cualitativamente una sociedad, entonces tenemos que evocar un esquema tipo periodo renacentista, cuando la economía mercantil crece aceleradamente entre los poros del sistema feudal. Ese auge sin aparentes conflictos interiores puede encerrar su revolución, erosionando hasta destruir el régimen anterior y elevando el nivel civilizatorio a un plano cualitativo superior.

Crisis
La perspectiva y acción optimista del conjunto de agentes económicos, (dispersos y cada cual bajo su perspectiva individual, pero integrados por medio de un mercado, que conecta pero no permite prever el futuro) debe atraer un contragolpe. Siempre las sociedades mercantiles maduras deben encerrar algún tipo de crisis periódica en su seno, pero el capitalismo ha mostrado su consistencia en la generación de crisis económicas periódicas. Sin embargo, el término crisis se usa también con otros sentidos, basta una reproducción en caída, que quizá originada por eventos externos, pero entonces no hablamos de una crisis tan propia ni tan integral y de sistema como la crisis económica capitalista[18]. Por ejemplo, las crisis agrícolas precapitalistas surgen por causas más bien exteriores como las sequías o el deterioro de la fertilidad el suelo, aunque esas causas externas también son inevitables para esas economías.
La forma más pura y verdadera del concepto de crisis es cuando las contradicciones internas de un sistema son las generadoras del problema. En la economía capitalista las crisis periódicas son un ingrediente típico de su complejo funcionamiento. La periodicidad misma de las crisis económicas ha sido el objeto de las más divergentes explicaciones y motivo de extrañas especulaciones. El regreso de cada crisis es motivo del más tremendo desconcierto. Las políticas públicas y las predicciones de los optimistas se han derrumbado junto con el regreso de cada crisis periódica del capitalismo[19]. Ya la temprana formación del capitalismo traía aparejadas sus crisis industriales y el curso global del capitalismo no ha perdido la sombra de las crisis, hasta llegar al terreno de las crisis mundiales simultáneas, con la simultaneidad mundial de la crisis de 1974 y de 2008.

Procesos de cambio entre auge y crisis
Se ha dicho que la crisis económica capitalista es la misma película del auge pero proyectada en sentido inverso[20], por la concatenación entre tasas de interés al alza y falta de créditos, restricción de mercados y restricción de inversiones, caída de las expectativas y ausencia de movimientos económicos importantes, etc. Las cadenas positivas del movimiento durante el auge son las cadenas negativas de la crisis. Pero la crisis, en la peculiar economía capitalista, no funciona como un tobogán de caída sin fin, sino que establece el camino de saneamiento para el capital, de tal modo que la crisis rebota hacia las condiciones del auge, destruyendo los excesos de oferta, reduciendo los salarios, reduciendo las tasas de interés, renovando la planta industrial, barriendo con los capitales ineficientes. En la economía capitalista no existe una conexión directa entre la crisis y la decadencia, porque son definiciones sobre terrenos diferentes. En la economía capitalista el movimiento pendular transita del auge a la crisis y viceversa, por lo que el auge no es ecuación idéntica con el desarrollo. El terreno de los conceptos de desarrollo y decadencia no es el mismo que los conceptos de auge y crisis; los primeros se refieren más al largo plazo y a la evaluación total de efecto civilizatorio, identificándose con el efecto sobre las fuerzas productivas globales. Los conceptos de auge y crisis se refieren al corto plazo, las oscilaciones entre uno y diez años, que toman en cuenta solamente las fuerzas productivas inmediatas y exclusivamente técnicas y económicas, por lo que una civilización no queda evaluada con los términos de auge y crisis. Se utiliza la frase “crisis de civilización” para criticar parcialmente al capitalismo, pero sin un sentido específico, pues para avaluar a una civilización en los términos de auge y crisis se debe hacer una aplicación de estos conceptos a las totalidad social (equivalente a civilización), sin embargo, difícilmente se hablaría de “crisis de una civilización” si no se posee un punto de vista superior o una plataforma, para hablar en nombre de una “civilización superior”. La pretensión de colocarse sobre una civilización superior a la presente en el capitalismo no lo ha intentado el marxismo clásico, pues su portaestandarte es una clase revolucionaria proletaria, que de suyo sólo sería la semilla de una civilización superior[21]. La pretensión de criticar su entorno desde una civilización superior la intentó el estalinismo soviético, pero éste nunca cristalizó una civilización superior al capitalismo, sino una sociedad en competencia lateral, y el juicio histórico nunca la definiría como una “civilización superior” sino como una rezagada[22]. De manera similar el hablar de un “auge de civilización” en términos de presente (desde el ahora) carece de sentido, porque el punto desde el cual se mira y habla debería de manifestar una afirmación en cambio acelerado, que representaría tanto la continuidad de una misma civilización como su cambio acelerado, pero si el cambio emerge tan acelerado implica la disolución de gran parte de esa civilización[23]. En fin, el término auge no resulta adecuado para evaluar a una civilización y más si se refiere al presente.

Revolución y contrarrevolución, reforma y contrarreforma como procesos de cambio
En el terreno político y cultural los conceptos más adecuados para hablar de cambios acelerados son los de revolución y contrarrevolución, y para hablar de cambios de intensidad y ritmo menor utilizamos los términos de reforma y contrarreforma. La diferencia entre reforma y revolución es de ritmo pero también de grado. La revolución no sólo es más rápida que la reforma sino que también implica directamente un cambio de sistema mediante ruptura del sistema. La reforma implica cambio sin implicación directa en el sistema total, aunque como resultado secundario y por sus efectos podría conducir hacia o señalar el paso hacia la revolución.
Mientras que reforma y contrarreforma parecieran carecer de una evaluación moral por sí mismas (en su generalidad no se evalúan en sí como éticas, aunque cada caso se evalúe su contenido moral, por sus consecuencias benéficas o perjudiciales), en cambio el tema de la revolución implica una evaluación moral directa. Por su definición del sistema total de referencia de una sociedad el tema de la revolución implica una toma de posición moral, implica obligación de aceptar un conjunto (el statu quo presente) y por lo tanto denostar la revolución o viceversa. De acuerdo a lo anterior existe una toma de posición, por medio de la cual se acepta de antemano la revolución como panacea o se la rechaza; el concepto de revolución propone un ultimátum de tómame o déjame.
De manera general aunque sin constituir leyes estrictas, la revolución está ligada a la crisis y la reforma al auge. La revolución es la sombra de la crisis, por cuanto la crisis ya proyecta oscuridad. La crisis dibuja la caída del sistema económico, su desmoronamiento súbito, la llegada de las contra-finalidades en medio de un afán de progreso económico. Sobre la noche de la crisis se levanta la sombra de la revolución, que es el método de profundizar en las contradicciones hasta romper el sistema y por medio de la salida del sistema total se accede a la nueva luz. Bajo este concepto, la revolución es la imagen tradicional del paso de la noche al día, que profundiza la oscuridad para salir hacia la nueva claridad, precisamente, porque existe una claridad nueva, un día siguiente[24].
Por su naturaleza de arreglo parcial, la reforma es una operación cosmética, un arreglo de los detalles en el conjunto (aunque los detalles sean enormes). El auge indica, a su manera, que el conjunto está bien, porque abre en camino de las mejorías, aumentan las fuerzas productivas, las posibilidades del futuro se abren. Al mismo tiempo, crecer es cambiar de piel, algunas partes deben quedar disfuncionales en el conjunto, y ahí es donde las reformas operan con su plena potencia.

Evaluación de los cambios concretos
Cualquier evento concreto de la historia lo debemos considerar en su integración múltiple entre sus niveles civilizatorio, económico, político y cultural. En esos el conjunto de esos planos observamos el despliegue completo de la historia humana.
Debemos estimar si los procesos representan desarrollo, decadencia o estancamiento para la civilización global, entendida como conjunto de las fuerzas productivas. Esta evaluación de un nivel de civilización no es inmediata por eso se mantendrá la polémica de los historiadores y de los filósofos. Será más sencillo y objetivo evaluar el auge y la crisis económica, por contarse con datos concretos, pero en algunos ejemplos hasta la evaluación concreta de los indicadores económicos resulta polémica, como lo muestra el antagonismo de estimaciones sobre los antecedentes de la Revolución Francesa[25]. A su vez, las estimaciones de reformas y revoluciones en el plano político y cultural, aunque sean evidentes por sus acontecimientos, siempre serán discutidas por su significado ético y cultural, y esto se aplica incluso para los eventos revolucionarios lejanos.
Por ejemplo, en 1995 Estados Unidos decreta nuevas medidas de bloqueo económico contra la Cuba “socialista” de Fidel Castro, continuando con una larga cadena de conflictos desde 1960. En el plano de la civilización, Estados Unidos y Cuba ¿corresponden a dos civilizaciones distintas? Aunque esto no se ha discutido demasiado, la mayoría piensa que sí los constituyen, pero cabría dudarlo. El antagonismo político y económico evidente no implica una diferencia de civilización[26]. En caso de ser distintas civilizaciones ¿cuál de las dos se mueve hacia la decadencia? La retórica general de la izquierda y la particular del régimen de Cuba han sostenido la decadencia imperial desde 1960, pero desde entonces lo que desapareció fue el Bloque socialista, plataforma de justificación y soporte material de Cuba. Para los norteamericanos la decadencia del llamado “socialismo” resulta evidente; pues sin un bloque socialista mundial los meses de una Cuba independiente están contados. Ahora bien, que el capitalismo resultara triunfante de su enfrentamiento con el Bloque socialista no significa que el sistema basado en el mercado posea el desarrollo civilizatorio, y así los Estados Unidos podrían estar en decadencia mientras ganan la batallas cotidianas, como ocurría con la India mogol del siglo XVII, que era decadente en el contexto mundial pero se mantenía como un rival combativo contra sus vecinos.
Más fácil es determinar que desde la caída del Bloque socialista la economía de Cuba sufre una crisis casi permanente, pero es imposible opinar así de pesimista sobre la economía capitalista mundial que saneó sus condiciones de reproducción, aunque una fracción de la izquierda imagine apocalípticamente. El bastión indudable del nuevo auge del capitalismo son los Estados Unidos, y su diferencial de poderío económico parece tan abismal que no se debe comparar con la pobreza de Cuba. A pesar de la debilidad objetiva de Cuba, los EUA han combatido a su economía como si se tratara de un rival de respeto, tomando medidas enérgicas para aislar a la isla, para separar a los cubanos del mundo. Pero paradójicamente el régimen de Cuba nace aislacionista del mercado mundial, y la ocurrencia de EUA sirve para radicalizar la tendencia estructural de Cuba a la separación[27].
¿Dónde está la revolución en el mundo presente? Por ejemplo, como régimen emanado de una revolución (ahora distante en décadas), el cubano ya no acontece dentro de una revolución, se muestra extremadamente conservador y evita los cambios profundos casi a cualquier precio. A su vez, como régimen emanado de una revolución fundacional ya muy añeja (bicentenaria), el régimen estadounidense aborrece las revoluciones recientes, y no acepta las convulsiones sociales como un medio para restablecer un orden de justicia; sobre sus bases capitalistas, el gobierno norteamericano se muestra conservador, cuidadoso del establishment. Ya en el siglo XXI quizá en ningún gobierno mandando un país aparece completa la figura de la revolución (sólo se mantiene parcial). Varios regímenes han surgido con la movilización de masas y parecieran legitimarse desde una revolución, pero sus curvas de desenvolvimiento, muy rápido los muestran como regímenes neo-conservadores o hasta retardatarios, como aconteció con varios nacionalismos y con el movimiento de fundamentalismo islámico.
¿A algún régimen del siglo XXI se le aproxima una revolución? Pareciera que el régimen cubano se acerca a un callejón sin salida, pero eso no es una experiencia de neto avance, sino un regreso al seno maternal del capitalismo, quizá sea preciso llamarlo una contrarrevolución o una vuelta de tuerca. Varios países atrasados presentan enorme debilidad en sus sistemas políticos y resultan viables para golpes de timón, cambios hacia políticas sociales extremas, pero esto no implica un modelo de cambio del sistema mundial, sino la repetición de sistemas ya probados. El conjunto de las potencias del primer mundo parece bastante estable en su sistema político y social, sin embargo, la tragicomedia de la sucesión presidencial de EUA en el año 2000, donde ese país estuvo cerca de quedarse sin presidente, indica que también la superpotencia mundial necesita de una actualización (si no es que de una revolución) de su sistema político.
Algunos de estos temas comparativos podrían estar envueltos en la polémica, pero son eslabones indispensables para alcanzar una conclusión en la historia concreta. Sin la resolución de los parámetros generales de la historia, la descripción carece de interpretación profunda. La historia no es una colección de acontecimientos sin valor y sin conexión[28]. La historia es la interpretación total de los hechos singulares. Los conceptos de desarrollo, decadencia, crisis, revolución... son las herramientas básicas para interpretar los acontecimientos, y así volverlos eventos concretos, con la integración completa de sus determinaciones.

Visión de Progreso y la medida del avance de la Civilización
Abriéndose camino entre las oleadas de cambio histórico (sus fases de desarrollo, decadencia, etc.) la eje del Progreso se encumbró en el pensamiento ilustrado y conservó su prestigio dentro del liberalismo (siglo XVIII y XIX) y una parte del socialismo (siglos XIX y XX). Su ventaja peculiar consiste en que sirve para unificar idealmente el sinuoso movimiento de las economías y culturas (imbricadas como totalidades poseedoras de conjuntos de cualidades), abriéndose paso entre las complejas valoraciones coyunturales, para proponer una línea de avance. En contra del círculo cerrado de la no historia (tiempos míticos) el Progreso propone la visión de un avance posible, quizá no constante ni inevitable, pero sí ya una línea de fuga transitable para abrir el sendero de un avance. Al mismo tiempo, el Progreso entrega la idea de una medida de valoración para unificar la cantidad y la calidad de las civilizaciones, para ofrecer una regla de juicio histórico.

Si partimos de la consideración de la presencia de un Desarrollo como movimiento total de las sociedades que avanzan en su conjunto material (producción, educación, etc.), ese Desarrollo requiere de una síntesis para graduar sus avances y para señalar su dirección, y no caer en una mera acumulación de cantidades (una sucesión de índices de Producto Interno Bruto) como medio de interpretación. Proponiendo una medida ideal superior al simple oscilar casi-dialéctico del presente (auges, caídas, revoluciones y contrarrevoluciones) permite un eje hacia donde marcar el rumbo de las transformaciones, evitando caer en el mero relativismo sin perspectiva de a dónde ir.

Esta idea de Progreso descubre su fundamento en la realidad social cambiante y con sentido de avance, se relaciona directamente con el Desarrollo palpable y los cambios sociales en curso. Claro, que tal medida del concepto Progreso no se eleva sobre la propia perspectiva de quien la elabora, y juega la paradoja de un futuro abriéndose paso desde el cual se habla, porque quien sostiene la idea de Progreso, ya él es progresista y por ello también está con un pié en el futuro, y desde ese futuro progresado condena la escoria de su época presente. Incluso el pensador progresista habla en nombre de una hipotética época futura[29], mientras esta época no la haya inventado arbitrariamente por sus gustos superfluos y mediante equívocos ideológicos. Y como los cambios están ocurriendo y el Desarrollo acontece, resulta indispensable poseer brújula y medida de los cambios, incluyendo un sentido de las proporciones y los ritmos del cambio, para lo cual resulta tan importante una visión de Progreso.

Claro que en un periodo de cambios materiales y culturales acelerados, resulta difícil trazar con precisión cada punto del vértice de avance del Progreso, en gran medida porque esta zona (compleja) de vanguardia (primero punto, vértice de avance, luego línea, ampliándose a un área triangular para representar el avance, y luego cristalización en una materia multidimensional) surge del efecto de una obra colectiva y no proviene de una mente individual, además la obra colectiva-social es efecto de una lucha de contrarios y la batalla impone un resultado a los participantes diferente a sus intenciones originales[30]. Como individuo resulta sencillo engañarse y convertirse en conservador o excéntrico (porque en un periodo de cambios contradictorios no cualquier cambio genera un sentido de avance, sino que muchas veces resulta simple distracción, moda vana y evanescente[31]), de ahí las curiosas paradojas del conservadurismo de los regímenes comunistas que se auto-proclamaban como progresistas y vanguardia mundial. El futuro también sirve de disfraz del pasado, y a diferencia de las revoluciones como la Francesa, donde los rebeldes se disfrazaban de antiguos romanos[32], después los equivocados conservadores “comunistas” se disfrazaban con un ropaje sobre-modernista, creyéndose la vanguardia de una locomotora futurista (la revolución social).

Y sin importar los disfraces y los equívocos, en el presente sigue avanzando un vértice de Progreso[33], donde observamos muy claros adelantos en términos de civilización, en términos de cultura, ampliación de derechos humanos, aumento del nivel educativo, condiciones de bienestar material, etc. Correspondería a un análisis más detallado estudiar el contenido de tal Progreso para colocarlo en su justa dimensión. Desde el punto de vista de un fundamento, bastará observar el vertiginoso avance de fuerzas productivas, desde donde el ser humano se renueva y mantiene más vigente, creando condiciones para su despliegue de potencialidades y abriendo el espacio para una comunidad compleja y humanista[34]

NOTAS:


[1] Claro que el concepto mismo de civilización posee su propia discusión, por ejemplo la peculiar visión de Marcuse quien cree descubrir un fundamento represor en la capa de civilización, pues estaría fundamentada en la represión excesiva de los instintos y del Eros, por tanto, representa un fundamento de represión y miseria social. Cf. Eros y civilización. Dice: “Si la ausencia de represión es el arquetipo de la libertad, la civilización es entonces la lucha contra esta libertad” p. 30.
[2] VICO, Giambattista, Principios de ciencia nueva. 1725. La descripción y conceptualización de épocas resulta muy importante para la evaluación histórica, por lo que representan un escalón estratégico para entender el devenir humano. Al italiano se le ha atribuido en parte esta contribución para pensar épocas históricas.
[3] HEGEL, G.W.F., Enciclopedia de las ciencias filosóficas.
[4] MARX, Karl, Contribución a la crítica de la Economía Política, en especial Introducción, y Grundrisse.
[5] Por tanto, no tomamos “civilización” como un periodo histórico concreto, a la manera de Morgan, citada aprobatoriamente por Engels, y donde “sociedad civilizada” equivale a la sociedad divida en clases, y dice:  la civilización es, pues, el estadio de desarrollo de la sociedad en que la división del trabajo, el cambio entre individuos que de ella deriva, y la producción mercantil que abarca a una y otro, alcanzan su pleno desarrollo y ocasionan una revolución en toda la sociedad anterior” p. 149, en El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. El concepto de civilización lo utilizamos como un contenido meta-positivo, contenido en los diferentes periodos de la historia, que también está presente en Engels, por ejemplo: “Siendo la base de la civilización la explotación de una clase por otra, su desarrollo se opera en una constante contradicción” p. 151.
[6] El concepto de Progreso muy estimado desde la Ilustración, cayó en desuso y descrédito por su interpretación como un avance automático, sin trabas, generando un proceso civilizador y de mejoras continuas. Luego el concepto de Desarrollo viene a suplir la función conceptual del Progreso y en otros casos se utiliza la Revolución como su sustituto, pero puede mantener su especificidad y diferencia.
[7] Sin que esto signifique una armonía celestial entre los niveles, pues un ámbito puede avanzar mientras otro se estanca o retrocede, de ahí la intensión de sintetizar las leyes de la dialéctica en un concepto central de “desarrollo desigual y combinado” con León Trotsky, donde se pone énfasis en las contradicciones del cambio, conservando su unidad sistémica.
[8] Una excepción entre los marxistas es Perry Anderson, quien en sus Transiciones de la Antigüedad al Feudalismo y El Estado Absolutista, también se enfoca al largo término y a la interesante fase decadente del imperio romano.
[9] ORTEGA Y GASSET, José, España invertebrada.
[10] De acuerdo a lo popularizado por Oswald Spengler, en su Decadencia de Occidente.
[11] Conviene aclarar, que no acepto que las sociedades operen biológicamente, como plantea el isomorfismo de Spengler, como si la decadencia fuera la vejez de las fuerzas vitales, próximas a la muerte. Las sociedades no son una única entidad viva sometida al designio de vida-muerte, pasando por su infancia, madurez y vejez. Esa relación solamente es una metáfora, pues justamente la sociedad trasciende al individuo biológico e impone una legalidad distinta, digamos una legalidad meta-biológica.
[12]Cf. ELIADE, Mircea, El mito del eterno retorno.
[13] Cf. ANDERSON, Perry, El Estado Absolutista, quien pone de relieve la importancia de la recuperación de las obras intelectuales de la Antigüedad para el camino de recuperación de la Europa renacentista.
[14] MARX, Karl, "Cosas chinescas", en China: ¿fósil viviente o transmisor revolucionario?, KNAUTH, Lothar, compilador, Ed. UNAM, México, p. 188.
[15] MARX, Karl, El capital, Tomo I, capítulo XII "División del trabajo y manufactura", Siglo XXI editores, México, 1975, p. 436.
[16] Ibidem.
[17] En algunas discusiones sobre los procesos revolucionarios de Francia y México, los autores han puesto de relieve que una premisa de la revolución ha sido también un periodo previo de fuerte crecimiento económico y social, es decir, de un auge previo, el cual luego se ve frustrado o frenado por el régimen político y social imperante. SCHAFT, Adam, Historia y verdad, y GILLY, Adolfo, et. al, Interpretaciones sobre la Revolución Mexicana.
[18] CASTELLS, Manuel, La teoría de las crisis económicas y las transformaciones del capitalismo, Ed. FCE. 
[19] La tendencia principal de los partidarios del capitalismo había sido negar la existencia o la próxima aparición de las crisis, pero con el cambio de clima ideológico, la tendencia intelectual ha variado y ahora parecen aceptables. Cf. SOROS, Georges, La crisis del capitalismo global..
[20] MANDEL, Ernest, Tratado de economía marxista.
[21] En El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, Engels coquetea con una crítica de la civilización, partiendo del legado de Fourier. El término del dilema marxiano de “barbarie o revolución” al estilo de Rosa Luxemburgo, implica un horizonte de crítica de civilización, por la amenaza de caída del capitalismo en una regresión, de tipo fascista.
[22] MARCUSE, Herbert, El marxismo soviético, precisamente el autor cuestiona a esta sociedad por su homogeneidad civilizatoria, entre el capitalismo y la URSS, considerando el autor que se trata de un único sistema de civilización industrial.
[23] En ese sentido, Toffler se mantiene cauto, y no pretende hacer una apología del capitalismo, sino una apología del cambio mismo y observar las grandes tendencias, emergentes en la sociedad. La tercera ola y El cambio del poder.
[24] La religión mazdeísta de Babilonia representaba la lucha eterna entre el día y la noche por el combate entre un toro negro y un león amarillo. Este ciclo natural se repetía y era una hazaña cósmica, que se repetía en las cuestiones humanas. Cf. CAMPBELL, Joseph, El héroe de mil caras.
[25]Cf. Adam Shaff, Historia y Verdad. Ahí ejemplifica las interpretaciones antagónicas sobre los antecedentes de la Revolución Francesa, que para unos se basa en un auge económico y para otros en una crisis económica.
[26]En El marxismo soviético, Herbert Marcuse, concluye que los bloques aparentemente antagónicos y cerrados (los Soviéticos contra los Imperialistas) de los años sesentas al fin de cuentas pertenecen a una misma civilización industrial.
[27] Es una tendencia recurrente de las economías de mando central, recurrir a un aislamiento ante el mundo, que no es tan evidente, porque el exterior capitalista ataca a esos países, y el fenómeno empezó con el “socialismo en un solo país” de Stalin.
[28] CROCE, Benedetto, La Historia como pensamiento y acción
[29] El historiador actúa como un verdadero profeta laico, al descubrir las estructuras del pasado moviéndose en el presente hacia un cambio, establece las pautas y estructuras de un tiempo, inventa lo actual como un deber ser. Cf. ORTEGA Y GASSET, José, El tema de nuestro tiempo.
[30] Cf. CLAUSEWITZ, Carl, De la guerra.
[31] LUKACS, George, Significación actual del realismo crítico. Posee esta crítica estética una parte de razón, pero su propuesta global desconoce los méritos de muchas vanguardias artísticas.
[32] MARX, Karl, El 18 brumario de Luis Bonaparte.
[33] Cf. Interesantes ideas de Fromm en el sentido de definir el horizonte civilizador de los cambio por venir, por ejemplo, La revolución de la esperanza. Este autor unifica lo mejor del psicoanálisis, el marxismo y un amplio abanico de cultura humanista, para establecer una perspectiva de humanización hacia el futuro, donde la naturaleza individual (la psicología) se integra con la naturaleza social (el marxismo) y hace entronque con los valores (la ética humanista desplegada en la historia de la filosofía). Cf. Ética y psicoanálisis.
[34] En concordancia con la visión de Marshall Berman sobre la continuidad futura del modernismo, como sociedad cambiante, sometida a las tensiones propias de la transformación. Todo lo sólido se desvanece en el aire.