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sábado, 30 de agosto de 2014

ANÁLISIS Y RESEÑA SOBRE “EL HOMBRE DE LA MULTITUD” DE POE




                                                                                  Por Carlos Valdés Martín

Este breve relato aumenta en notoriedad con firmeza, siendo elogiado por artistas y, después, enaltecido por sociólogos[1]. Aunque no es una obra sociológica, sus rasgos obligan a considerarla para ese tema, pues enfoca la gran ciudad del siglo XIX y propone un concepto clave para la sociedad moderna: la multitud o masa. El enfoque y escenario afortunados poseen un enorme eco hacia su futuro (nuestro presente) porque se convirtió en “sociedad de masas” y Londres fue el paradigma (múltiple cultural-teórico-literario) de esa masificación[2], reflejada en la crítica social signada por Karl Marx[3].

El misterio inalcanzable
Con expresiones retadoras, Poe comienza la narración indicando que hay impedimentos para el saber, la frase “άχλϋς ή πριν έπήεν” se traduce como “una niebla que antes nos cegó”, con un doble sentido evidente en idioma inglés: la palabra “mist” es sustantivo (niebla), verbo (empañar) y la raíz de la situación misti-ca o misti-ficada en el más allá inalcanzable. En este cuento, tal bruma marca el principio: la imposibilidad de leerse, “er lässt sich nicht lesen —no se deja leer—”. Y esa lectura imposible se asocia con el secreto espantoso del moribundo acosado por espectros de su culpa e incapaz de confesar; entonces esa barrera anuncia algo terrible. ¿Dónde se coloca esa barrera en esta narración? Esa muralla no se levanta en ningún sitio pues el personaje se mueve entre el espacio público, recorre las calles de la populosa Londres, sin ningún impedimento para desplazarse. El mérito de Poe es convencernos de que en ese paseo tan cotidiano y libre surge un impedimento invisible, obligándonos a beber el secreto que esconde un personaje ominoso: “el hombre de la multitud”.

El ejemplar y su género
Tomar un caso —o unos cuantos— y convertirlo en lo genérico representa un primer reto del saber y su exceso —elevar arbitrariamente un caso en ejemplar— es una tentación, lo cual se plasma de modo diáfano en Platón. Este cuento refiere a los filósofos griegos al señalar a Gorgias, célebre por un diálogo platónico[4]; sin embargo, la intención del artista es diametralmente opuesta a la del filósofo, por cuanto lo singular no desaparece en la obra artística. El famoso mito de la Caverna, paradigma del procedimiento platónico, nos anuncia que nuestra realidad es una pálida sombra y nos incita a descubrir una luz suprema en el “mundo de las ideas”; en cambio, el artista Poe insiste en proyectar luz hasta el fondo de nuestra sociedad que en sus sectores perturbadores semeja a la gruta. Poe prefiere dirigir una iluminación hacia un sector que estima sórdido y fantástico en la cueva de la conciencia humana, para destellar la luz del arte y revelar el claroscuro de las emociones. Este efecto “filosófico” lo anuncia con claridad el inicio del cuento y se confirma con nitidez al final, cuando el atractivo y sórdido personaje, caracterizado con un diamante y puñal escondidos, resulta encarnar un ente genérico: “el hombre de la multitud”. En ese sentido, este es un curioso “cuento filosófico”, que esquiva la pesadez al utilizar misterio, ironía social y acción persecutoria.

Fulgor y terror de la ciudad
El ambiente de la gran ciudad impregna sólidamente al habitante —pegándose a modo del exoesqueleto del insecto—, en efecto, esa “atmósfera urbana” posee características que sobrepasan al individuo, por eso atrae tanto cuando bajo las plumas deslumbrantes se vuelven terror, en citas inesperadas sobre la encrucijada del espacio-tiempo, por ejemplo en situaciones de pánico masivo o crueldad multitudinaria. La gran ciudad moderna en su geografía incluye una segmentación emocional, acumulando zonas de alegría y confort, separadas de otras con tristeza y miedo; los ambientes barriales han variado con tantos tonos como emociones hay en la paleta colorida del corazón humano. Poe elige acentos marcados y contrastantes para empezar el relato con una avenida ordinaria. Mirando esa calle —sitio con mucha agitación y gente variopinta— describe el torrente de la actividad febril, para descender en una escala de oscuridad e inquietud crecientes. El estado de ánimo comienza con ímpetu alegre y un juego de hacer caricaturas mentales con los personajes que desfilan rápidamente ante la mirada del protagonista. Dentro del mismo torrente de viandantes ya aparece la diversidad de personajes desastrados y desastrosos, mezclando a los simples trabajadores y dueños, con los carteristas, mendigos y prostitutas. En ese inquietante torbellino de rostros fugaces surge lo extraordinario con uno singular: amalgama de lo demoníaco y turbador. Una vez atrapado por el anzuelo del personaje oscuro, nuestro protagonista lo sigue cual cazador de emociones, entonces la tónica se va ensombreciendo y la urbe londinense muestra su lado más tétrico.

Estratos y ecología de la ajenidad
Las agudas y breves descripciones de Poe sobre los “oficios” urbanos son memorables por su aguda ironía y confección provocadora. Ahí se desprende, por la ebullición de la noción de “clase” más allá del oficio, un significado más hondo y mordaz, preludio de la “teoría de clases opuestas” cual destino, en Manifiesto Comunista[5]. La lectura de esta gran descripción sobre una muchedumbre que mezcla los extremos del arcoíris urbano debe provocar el mayor interés para quien estudia la sociedad, por ser la primera de este tipo[6]. En el texto hay sutiles dardos de ironía contra los seres adaptados por su seriedad y pretensión; crueles descripciones donde un detalle caricaturesco muestra taras por el trabajo repetitivo: “la oreja derecha, habituada a sostener desde hacía mucho un lapicero, aparecía extrañamente separada”.  Otras descripciones se mantienen en la superficialidad jocosa para provocar una sonrisa sobre quienes se disfrazan con la moda obsoleta de la temporada extinta. Con claridad parece dibujarse el perfil de la “clase social” a manera de una escisión más honda que el sello de las simples “profesiones” (amanuenses, oficinistas, carteristas…), lo cual es un tema inaugural para el concepto social moderno. Pero mantienen relevancia las simples estratificaciones “profesionales” (si es que resulta viable colocar esa etiqueta) de actividades, en especial, las antisociales del tipo carteristas, mendigos y prostitutas. Para el protagonista encandilado y malicioso tales variedades forman una especie de zoológico humano[7] sobre el cual otear con aires de suficiencia. Al inicio, el protagonista mira tras un vidrio, separado por una distancia cómoda que impide cualquier interacción con ese entorno tanto trivial (la escena diaria de la ciudad) como hostil (la amenaza del truhán que transgrede). Ese panorama variopinto y caótico implica un elogio de la soledad, con una invitación a mantener la distancia individualista ante tal flujo de gente; planteando un tema anunciado desde el epígrafe: “el gran mal es no lograr estar solo”[8].

Confrontación sutil: seguir al enigmático
Una persecución sigilosa posee algo de lucha y batalla, cuando el simple movimiento de la presa se convierte en un juego de cautela y acoso. Lo único que está buscando obtener el curioso es un secreto de su perseguido. Sin embargo, esa empresa está próxima al fracaso, pues el movimiento mismo amenaza con convertirse en escape, o bien, la mirada del perseguido sería capaz de descubrir al acosador. En el seguimiento existe una mutua determinación entre las dos partes, en un proceso semejante a la batalla, sin que la hostilidad culmine, difiriendo de la guerra por su objetivo discreto[9].  Por su objetivo más cauteloso, la intensidad inicial de este proceso de persecución termina por perder intensidad y obliga al desenlace. Al igual, que el verdadero seguimiento ordinario, esta persecución literaria termina en cansancio.

La escala hacia abajo: el espectador mirando al abismo
El arte de Poe —sublime artista— fascina al lector con una perspectiva que ofrece algo más abajo en sentido emocional y escala social. Los barrios (espacios de “fauna” urbana) van en decadencia y cada vez son más sórdidos[10], pero la persecución del cuento regresa al centro, hacia un hotel D. (la evasión del nombre útil para la identificación vaporosa): la espiral emotiva del torbellino que jala hacia el fondo, hacia un punto invisible pero sensible —sutil geografía de la emoción magnificada, un terror casi erótico. En este cuento el viaje termina sin un susto y concluye en una delicadeza mental sobre el concepto del “hombre de la masa”.
Ese movimiento en círculos por las calles de la ciudad posee una cualidad casi musical, marcando un ritmo que transcurre a lo largo de dos jornadas. El simple desplazamiento y vuelta de tuerca al mismo sitio indica una fuga, la aparición de algo adicional al definir ese “hombre de la multitud” en el sentido de un fantasma: emanación de la entidad colectiva.

Superioridad del narrador
Un resultado del mover el cuento en una espiral descendente es que el centro permanece a flote, y por comparación relativa, se eleva. Mientras el relato más nos convence de las miserias presente en la masa de la gran ciudad, el sentido de individualidad debe adquirir más vigor. El efecto emotivo y psicológico de este tipo de viaje resulta en una sensación de bienestar por comparación; conforme la masa urbana es más baja, el observador siente un confort ante esa bajeza. Conforme termina el relato, el narrador se convierte en quien ha obtenido una revelación; él es quien sabe de la masa y su vileza. Ese tipo de superioridad posee un nivel ilusorio, pues las desgracias del entorno no dan un bien directo, sino indirecto a modo una satisfacción silenciosa, por las desgracias ajenas; además que esa satisfacción se disfraza de conmiseración por los más desfavorecidos. Esta superioridad no posee una jerarquía precisa, es un simple oponer al “yo” frente a los “otros”, con lo cual se dibuja el programa sencillo del individualismo.

Perplejidades y molestias de la modernidad temprana
Nuestra modernidad —esta etapa histórica que comienza entre disparos tecnológicos, atisbos racionalistas y engranajes industriales— ha sido acompañada por disgustos y desazones variados. La conciencia moderna ejerce una crítica contra su propia circunstancia que es distinta a la Antigüedad y Medioevo, pues se abre un periodo en el cual nuestro entorno dejó de ser natural, para convertirse en artificial. Y eso artificial se estima posible de ser modificado, mientras lo natural semeja obra divina[11]. La crítica social con la modernidad se extendió y afinó hasta cuestionar las raíces del orden social, dando paso a periodos de reformas y revoluciones sin parangón previo.
Edgar Allan Poe se coloca en el periodo de la modernidad temprana más influido por la crítica romántica y las aspiraciones liberales por lograr un sitio más justo para todos. Pero la sensibilidad ante los fenómenos de masas era una novedad importante, la literatura anterior desconocía al “personaje-masa”[12], que aquí ocupa el escenario del relato.

Inquietud por el emblema del futuro
En los años de escritura del cuento, hacia 1840, Londres es emblema de futuro, pues esa ciudad parece la capital comercial del mundo entero y cabeza de un impresionante imperio planetario, en el cual no se pone el sol. Esa ciudad rebasa en riqueza e intensidad a las demás capitales, por lo que cabría presumirla como la “cosmópolis” y modelo de globalización decimonónica. Era la ciudad más poblada en el planeta, estimándose alrededor de los tres millones de pobladores, en un contexto de “revolución industrial”. Si ese retrato de la urbe futura es tan inquietante, ¿qué le esperaría al resto del mundo? La inquietud implícita es una característica notable Edgar Allan Poe, tan inclinado a mezclar géneros y señalar el lado oscuro del alma humana.

Hacia una “pasión y horror por la masa”
La actitud del narrador del cuento posee otro rasgo típico de la intelectualidad y gran parte de la población moderna: el aspecto de la masa seduce y espanta. Bajo la sensibilidad de Poe predomina la nota del espanto, pues desde el principio la figura le recuerda un demonio que desborda los términos de cualquier explicación simple, pues no es la tradicional encarnación del mal cristiano sino una ensalada desconcertante: “Mientras procuraba, en el breve instante de mi observación, analizar el sentido de lo que había experimentado, crecieron confusa y paradójicamente en mi Cerebro las ideas de enorme capacidad mental, cautela, penuria, avaricia, frialdad, malicia, sed de sangre, triunfo, alborozo, terror excesivo, y de intensa, suprema desesperación.”  La caracterización es desconcertante, pues a los dobleces siniestros y censurables (lo diabólico típico) se agregan tintes opuestos como “penuria” y “suprema desesperación”.
El protagonista queda fascinado por esa mezcla e intuye una historia extraordinaria.  Ahí comienza la persecución tras la pista del “hombre de la multitud”, al cual Poe nos lo describa en términos de espécimen añoso. La debilidad del perseguido es engañosa, pues su vitalidad nunca termina y mantener la persecución es imposible, pues el personaje recupera fuerzas conforme se agolpa un gentío. El seguimiento se vuelve perpetuo, de día y noche sin terminar; hasta que al segundo día el protagonista agotado se da por vencido pues comprende la inutilidad de esa asechanza.

De la idolatría por la masa ante el genio artístico
En su juventud, Poe fue acusado de mentir pues gustaba de fingir conocimientos superiores a sus dotes, las cuales eran notables. En la madurez del artista, este cuento finge una persecución para mostrarnos algo distinto, para aproximarnos a una entidad tangible y evaporada que es la colectividad convertida en carne y hueso. En la ficción literaria, además del gusto momentáneo por la lectura, se crea un sustrato de credibilidad: en la narrativa jugamos con creencias de trasfondo. Este breve cuento sugiere la maldad interior y la imposibilidad de atrapar ese ser multitudinario; sin embargo, esto no siempre sucede así. El argumento sobre el disgusto al ser tocado por la masa está presente, pero también asoma la opción contraria, donde ese “el hombre de la multitud” encarna el gusto por permanecer entre la masa y, en el extremo, fundirse en ella. En su destello artístico, Poe se adelantó a las pasiones políticas por la masa, que se perfilaron claramente en el siglo XX, donde a la masa se le embellece e idolatra esperando que su presencia salve a la humanidad[13]. Ese gozo por acodarse entre la masa invita a que sospechamos un autorretrato ¿no seré yo, el lector, quien encaja en ese retrato? Sin embargo, el genio de Poe no acusa a nadie, ni está para despertar conciencias dormidas, simplemente entrega una ficción inquietante como pocas, porque sin recurrir a ningún acontecimiento extraordinario, nos intriga con el lado ominoso de lo cotidiano.


NOTAS:


[1] Por ejemplo, Marshal Berman en Todo lo sólido se desvanece en el aire, y los elogios de Charles Baudelaire.
[2] Poe insiste en que Londres es impresionantemente más populosa que cualquier ciudad norteamericana, con una vehemencia que pasaría desapercibido para el lector apresurado: “los viandantes fueron disminuyendo hasta reducirse al número que habitualmente puede verse a mediodía en Broadway, cerca del parque (pues tanta es la diferencia entre una muchedumbre londinense y la de la ciudad
norteamericana más populosa”
[3] Esa crítica social toma a Londres también como su escenario predilecto; siendo patéticas las narraciones de la ciudad reflejadas en El capital de Marx.
[4] PLATON, “Gorgias” en Diálogos. Se considera que es al sofista que mejor tratan los Diálogos, afamado también por su sagacidad y longevidad de 109 años.
[5] KARL, Marx, Manifiesto Comunista, donde la historia de la humanidad hasta nuestros días es la “historia de la lucha de clases”
[6] Así lo considera Marshall Berman en Todo lo sólido se desvanece en el aire.
[7] Esa perspectiva de Poe, fusiona esa sensación “animal” sin necesidad de utilizar metáforas directas de especies, como las sirenas de la Odisea o el insecto de la Metamorfosis; pero ¿la masa misma no se simboliza en un animal colectivo de mil cabezas?
[8]Ce grand malheur de ne pouvoir être seul”, atribuido a La Bruyere.
[9] Clausewitz, Carl, De la guerra.
[10] El extremo de lo sórdido también es un tema de la crítica social en El capital, donde cita los horrores de Londres y otros rincones tocados por la revolución industrial capitalista:  “… hay 40.000 personas desamparadas, muriéndose de hambre! Esos millares irrumpen ahora en otros barrios; esos hombres, que siempre han estado medio muertos de hambre, gritan su aflicción en nuestros oídos, claman al cielo, nos cuentan de sus hogares abrumados por la miseria, de su imposibilidad de encontrar trabajo y de la inutilidad de mendigar.” Tomo I, “Efectos de la crisis sobre el sector mejor remunerado de la clase obrera”.
[11] LUKACS, George, Historia y consciencia de clase.
[12] BERMAN, Marshall, Todo lo sólido se desvanece en el aire.
[13] CANETTI, Elias, Masa y poder. En esa idea, el comunismo y fascismo representarían “cristales de masa”, procurando conjurarla continuamente, cual bálsamo. Un ejemplo de lo mismo, es la mística por la “multitud” de Hardt y Negri, en Imperio.

sábado, 23 de agosto de 2014

SENDEROS BIFURCÁNDOSE SOBRE EL ALEPH




Por Carlos Valdés Martín



El Aleph es un relato de ficción de Borges sobre el punto privilegiado del universo desde el cual se observaba simultáneamente todo lo que acontecía en este mundo. Bastaba recostar a la persona en el escalón decimonoveno de cierto sótano para que se vertiera sobre el espectador esa abrumadora presencia: las imágenes simultáneas de todo lo que sucede. El Aleph es un símil de lo que supone la religión sobre el ojo de Dios, que todo lo mira sincrónicamente. La del Aleph es visión abrumadora, por la variedad e intensidad de imágenes que ofrece al espectador, de tal manera que se capta el vértigo, de tal modo que es imposible asimilar ese torbellino de información e impresiones. La riqueza de imágenes genera tensión interior en el espectador, quien llega al extremo y los efectos podrían resultarles irresistibles[1].

Enfoques sobre este Aleph
Pero vayamos por partes, pues en este cuento se mezclan más elementos antes de ofrecernos al prodigio entero. Primer aspecto, es una historia del amor imposible, la muerte de Beatriz Viterbo, en fin la imposibilidad pasional. Después es una comedia entre literatos rivales, porque el Borges de la primera persona se burla del poeta Carlos Argentino, quien finaliza galardonado con un Segundo Premio de Literatura. Tercero, es una ficción sobre la casualidad: por azar estaba el Aleph ahí. Cuarto, es una paradoja inventada por el mejor escritor ciego conocido, lo cual lleva a otra paradoja (los ojos del ciego) y a un sueño compensatorio (ver más que nadie en el mundo). Quinto, el destino del evento Aleph es una tragedia, porque es destruido en la demolición de una casa y en esto encierra una curiosa culpa de la primera persona del relato, el mismo Borges[2]. Sexto, es una teoría del poder: la posición y sitio exacto trasciende y, al descubrirse, cualquiera deseará acapararlo en una tarea inútil. Séptimo, es metáfora de la futilidad, nada útil acontece al verlo todo. Octavo, es ejemplo de economía: todo cabe en un Aleph, sabiéndolo acomodar. Noveno crítico, es una metáfora de la Divina Comedia con su Beatriz inaccesible, su Virgilio-Dante, su infierno y paraíso. Noveno infinito: es una ficción sobre la visión de las visiones, para pensar el límite de esa facultad y la plenitud de la existencia… sirve para pensar en infinitos y perderse habitando en ellos.

Amor inaccesible
El cuento comienzas con la nostalgia ante la imposibilidad de la amada muerta, la triste certeza de que el universo sigue su marcha mientras el corazón de Borges sigue anclado en una adorada e imposible Beatriz Viterbo; cuando el ordinario cambio en los anuncios publicitarios de cigarros rubios le hace notar que el mundo continua avanzando.  
El amor se revuelve de impotencia contra la muerte, el enamorado nostálgico recurre a bálsamos anestésicos; la simple imagen visual de la amada, como una fotografía o un recuerdo se convierte en objeto de veneración, que no deja de vislumbrar la herida causada por la distancia. Aquí la imposibilidad está arraigada en las emociones, por lo que es desgarradora, a diferencia de las imposibilidades frías que no afectan el corazón, la imposibilidad del amor es una daga clavada en el centro. El extraño objeto mágico, que es el Aleph, pareciera un camino, pero la visión nunca es suficiente y resulta que no se llega a nada, sino que el dolor se incremente, la apariencia de cercanía por una mirada voyerista sobre la amada muerta incrementa el efecto de la pérdida. Además el descubrir un amorío inconfesable entre Beatriz y Carlos Argentino (su incesto escondido) conlleva a más dolor y hacia una venganza cómplice, al no intervenir para la demolición del sitio.

Torneo de egos literarios
El contrapunto entre el narrador escritor, el mismo Borges, y el aspirante Carlos Argentino, tocado por un aliento mágico, primero debe mover a risa y desprecio; porque ese poeta alterado es aprendiz de brujo, patentemente incapaz de transcribir lo que ha visto, pues su palabra es torpe, y a mayor grandeza del objeto descrito se exhibe más la ineptitud del aspirante a poeta. Más de la mitad del cuento se dedica al tema de esa mala poesía, plagada de cacofonías y oscuridades que pretenden obligar a tragar barroquismos y retorcimientos en cada estrofa; sumado a las pretensiones de incluir al orbe entero en una especie de “Canto General”[3] que describa en estrofas todo lo existente. Esa burla sobre “mala poesía” es un exhibicionismo sobre los temores del creador, acosado por los fantasmas de la torpeza o la presunción, que en el acto de mostrarlos se disipan con esa iluminación.
Sin embargo, por el conjuro de este cuento se cruza el puente imposible y transcribe en palabras esa cualidad mágica del punto que observa todos los puntos; advirtiendo que esa explicación es una pálida sombra comparada con lo “real”, al estilo de la Caverna de Platón. Ahora bien, con la cura de la distancia el observatorio universal transfiere al poema una cualidad insoportable.

Significados universales y particulares del Aleph
El objeto mismo de la anécdota es un gran acierto, pues combina la universalidad y la particularidad inmediata de la visión. Poder inmenso, pero discreto que no se puede utilizar, mera vista a la distancia. Indica un desbordamiento completo, por lo cual remite a la divinidad. Se conserva en el terreno de la metáfora literaria porque no pierde su carácter concreto y se le describe mediante un deslumbrante catálogo de visiones. Como símbolo de la omnivisión es muy propio de la modernidad, época tecnológica que posibilita la efectiva confluencia de miles de mensajes visuales y comunicaciones profusas a velocidades impresionantes[4]; supongo que para culturas antiguas, aunque esta metáfora misma provenga de un lejano pasado, no causaría una impresión concreta, bien especificada, sino que solamente se asociaba con la cualidad divina: el ojo de dios. Con ironía imita a las moscas, de muchos ojos y poco cerebro; efectivamente la mirada del Aleph es un torbellino, carente de modo de asimilación y se rechaza explícitamente la digestión de tal marejada de visiones.

Nos preguntamos de qué es fruto esta metáfora, pues pareciera sembrada en la encrucijada entre la abundancia y la miseria absolutas. Con la modernidad se dan las condiciones crecientes para la eficaz avalancha de imágenes jamás antes captadas por ojos humanos. Mientras el espectáculo visual de la modernidad va creciendo, como mundo show, del lado contrario también está la complejidad y el proceso de ocultamiento múltiple de un sistema social, cada vez más indescifrable (digamos oscureciendo la nota). Esta tendencia doble, es captada por el genio singular de Borges: individuo de carne y hueso. Al momento de escribir El Aleph los problemas de salud quebrantada ya lo habían precipitado hasta la ceguera. De esta manera, las riquezas del espectáculo visual de la modernidad, son apreciadas en una dimensión inconmensurable, precisamente, por una persona en trance de perder la vista. Esta desgracia personal, daría más fuerza a su percepción como artista, de tal modo que su vista intelectual-sensible, le permite una más intensa valoración sobre la relevancia de las imágenes visuales. Esto recuerda al fenómeno sicológico de la compensación, por medio del cual quien sufre una carencia real imagina que la supera enormemente, por ejemplo existen sueños de omnipotencia durante convalecencias por parálisis. Así, El Aleph es sueño sobre la omnipotencia del ojo cegado. Pero no es un sueño privado, sino una imaginación para compartirse, quizá todos somos un poco ciegos por excesos de vistas deslumbrantes y no por oscuridad[5].

Lamento por la pérdida del Aleph
En tanto ficción rigurosa, embozada en un estricto realismo casi costumbrista, el Aleph se pierde como objeto delimitado en el espacio tiempo. La anécdota de la destrucción inminente de la casa que lo albergaba es muy consistente, como si se tratara de la revelación del ocaso. La destrucción ya es una tragedia, por si fuero eso poco, además ocurre en secreto, nadie lamentará a una maravilla desconocida. El autor comparte una culpa cómplice por la pérdida al negarse a auxiliar a su poseedor, pero ya no hay remedio. En vez de solución queda un misterio con la suposición de que existe un Aleph más verdadero, un mejor mirador en el cual se capta el universo y ese otro sería la puerta suprema del infinito.

Imposibilidad de alcanzar el mirador supremo
Una reflexión filosófica de fondo se trasluce porque es vano intentar controlar un tal Aleph, al mismo tiempo, que la conciencia aguzada sería capaz de poseerlo, y ese es el sentido del epígrafe citando a Shakespeare: “O God, I could be bounded in a nutshell and count myself a King of infinite Space” — Dios mío, podría confinarme a una cáscara de nuez y considerarme Rey de un espacio infinito.

Queda abierta una interrogante entre la potencia del Aleph y la limitación de nuestra conciencia. Si este mirador multiplica la visión al  infinito pero permanece inmediata, entonces lo que ofrece como residuo para la conciencia es que ésta permanece pobre, es un procesador de míseras capacidades para asimilar esa avalancha de percepciones[6]. Por lo  mismo, por la falta de asimilación de la conciencia es que el Aleph persiste aislado como objeto deslumbrante pero inútil, así no integra los sueños ordinarios de la humanidad (riqueza, poder, vida, amor) sino que permanece como una metáfora de infinito que nos rebasa a todos. La complicidad del autor en la destrucción del este sitio es acusación sobre la mediocridad de la condición humana, fechada en ese tiempo espacio —del aquí y ahora— incapaz de conservar el mirador supremo.




[1] Otro cuento con una hipótesis opuesta y complementaria es Zahir, especulación sobre el objeto singular pero deslumbrante que va acaparando la mente del protagonista; donde lo particular se transfigura en universal para un individuo que no se lo saca de la mente.
[2] La omnipotencia imaginada conlleva una complicidad entre el lector que siempre podrá más que el autor leído: el veredicto del lector. Por el contrario, el autor se refugia en su dificultad o en “fórmulas secretas” tras su escritura que solamente descubrirá el lector fiel. Cf. STEINER, George, Sobre la dificultad.
[3] No parece posible que este cuento incluya una ironía en contra de la obra de Neruda, pues es anterior a la publicación del Canto General de 1950.
[4] Aquí Borges, sirve de profeta del siglo XXI. Bien indicó Ortega y Gasset que el historiador es un profeta con la cara volteada al pasado; el relator fantástico, es un profeta disfrazado con ropa estrafalaria. Cf. El tema de nuestro tiempo.
[5] Es una cultura de flashes, impresiones que distraen. Cf. Alvin Toffler, La tercera ola.
[6] Por eso el relato sospecha de otro objeto más prodigioso, un “verdadero Aleph” que permanece inaccesible, incluso dentro de una columna de piedra, y jamás percibido. 

sábado, 2 de agosto de 2014

RESUMEN Y RESEÑA DE CIBERIADA DE STANISLAW LEM



Por Carlos Valdés Martín

La lectura de Ciberiada muestra el talento de Lem al rebasar varios límites convencionales. Con un ardid casi infantil, de inventar fábulas guiadas por dos geniales robots constructores el autor se lanza a escudriñar las posibilidades humanas (la crueldad, felicidad o sabiduría) y de la naturaleza (las probabilidades colmadas, los infinitos movedizos). Por si fuera poco, juega con los estilos literarios y las perspectivas, buscando, a modo de pieza musical, siempre en crecimiento… la aceleración de la prosa hasta hacer estallar la imaginación del lector. Simultáneamente los cuentos son en extremo divertidos y ágiles, siempre que no nos detengamos demasiado con sus nombres prolijos y extraños, que esconden juegos de doble sentido difíciles de traducir desde su idioma polaco.
El ambiente de Ciberiada posee parámetros curiosos: es un universo protagonizado por robots, donde los humanos quedan en segundo término (llamados rostropálidos, palabra inventada que bromea a los carapálidas), las formas de organización suelen ser reinos y los viajes siderales son tarea sencilla. Sus dos personajes robots son tan portentosos que resulta inútil dibujar un retrato físico; lo importante es que Trurl y Clapaucio son los mejores inventores del universo y deben enfrentar los retos más fantásticos, siendo colocados en los contextos más exóticos y con eventos difíciles de superar. En efecto, la imaginación se tensa al límite pues no se contenta con empujar el simple mecanismo tecnológico, sino que también empuja las posibilidades humanas (y hasta post-humanas) ya sean psíquicas o filosóficas. Además, los cuentos esconden un segundo beneficio por sus reflexiones interesantes y críticas a nuestro entorno, que explican situaciones como la supuesta superioridad de una sociedad frente a otra, las tendencias bélicas, el límite de los problemas lógicos o científicos. Esas reflexiones están bien complementadas con información científica y técnica, que se desliza ligera mediante charadas y nombres chistosos. Además los relatos, por breves que sean, evitan un efecto lineal y ofrecen giros interesantes durante esas peripecias.

EXPEDICION PRIMERA, O LA TRAMPA DE GARGANCIANO
Los inventores quedan contratados por dos reinos rivales que desean hacerse la guerra, pero los inventores deciden utilizar una original estratagema para frustrar los planes belicistas de ambos monarcas y demostrar su ingenio superior. Convencen a los gobernantes que es preferible deshacerse de los jefes militares para evitar tentaciones del golpismo contra el rey y entonces los mandos son sustituidos por un enchufar electrónico entre los soldados que se coordinan maravillosamente. Al conectarse esos soldados mejoran también en su capacidad mental y sensibilidad, por lo que el concentrar efectivos también crea una inteligencia colectiva potenciada: más talento y comprensión. Al armonizar dos ejércitos coordinados y poderosos se llega al límite, donde la conciencia se perfecciona y los soldados se convierten en armadas supremas, pero son colectividades de pensadores que detestan las guerras y frustran a sus reyes belicistas[1].
Bajo su apariencia jocosa, este cuento —como los siguientes— asoma una reflexión interesante que abarca: la relación entre el individuo y la sociedad; el hambre de poder; la hostilidad de las superpotencias (en 1967 este tema era de primera magnitud para un autor ubicado bajo la “cortina de hierro”); la relación entre belicismo y civilidad; la posible evolución del saber y la conciencia.

EXPEDICION PRIMERA "A", O EL ELECTROBARDO DE TRURL
En este caso el inventor Trurl se enfrenta al reto de crear una máquina poética perfecta que supere cualquier precedente conocido y convenza a Clapaucio. El proceso de creación de tal máquina, con pasos erróneos y tentativas fallidas resulta muy divertido. Para lograr al perfecto autómata creador de poemas (que serán por millones, para toda ocasión) debe resumir la experiencia del cosmos y la creación de la humanidad (llamada los rostropálidos de estas narraciones) y robotidad (la estirpe mecánica, pero archi-humana también), por tanto la formación de la máquina replica toda la evolución en modo acelerado, y se encuentra con dificultades y desajustes. El proceso se repite y luego debe ajustarse, pues los ingredientes del bardo electrónico deben calibrarse. Al surgir el Electrobardo se comporta bastante cómico, primero lleno de torpeza e incoherencia; después es sometido a graciosos retos, como componer rimas por pedido con ingredientes de comenzar con una sola letra (me recuerda al talentoso músico Rivera Calderón con su “reto-palomazo”) o mezclando los temas científicos en rimas amorosas. La máquina poética queda a punto y los poetas empiezan a retarla, logrando ridiculizarla; sin embargo, la máquina posee autoprogramación y se supera, comienza a recitar poemas “oscuros, incomprensibles, turpistas (sic), mágicos y tan conmovedores que nadie comprendía una palabra.”[2] El exitoso Electrobardo causa muchos problemas: poetas auténticos se suicidan de frustración; un poeta celoso apalea a Trurl; la máquina emite odas mediante ondas radiofónicas que causan crisis emotivas entre los navegadores. De hecho, la autoridad ordenó desactivar al ingenio poético automático, pero resultó imposible pues Electrobardo se defendía suplicando y embelesando. Al final, un rey lejano anexó al planetoide donde se había reubicado al poeta mecánico así que ya no hubo problemas locales, sino rumores sobre efectos poéticos en las supernovas.
El fondo de la reflexión de esta pieza cómica incluye el efecto del arte sobre las emociones, las fuentes insondables del genio poético, la superficialidad con la cual se juzga al arte, la pregunta sobre si una creación mecánica debe considerarse arte y el ego del artista. El resultado de que un arte sublime resulte hasta antisocial, porque los habitantes conmocionados quedan inutilizados, nos guiña sobre las pretensiones estéticas.

EXPEDICION SEGUNDA, O LA OFERTA DEL REY CRUELIO
Los inventores se las ingenian para promoverse, creando un letrero con estrellas y atraer la atención de lejanas regiones. Se presentó el emisario del rey Cruelio para contratarlos y los condujo a su planeta. La afición de monarca era dar caza a bestias fantásticas y peligrosas, estando ya aburrido por la falta de resistencia debido a que él es formidable y posee un arsenal de armas increíble. Al contratarlos el rey les advierte que si fallan en darle gusto sufrirán consecuencias fatales, pues está harto de recibir bestias “enclenques”. Los inventores quedan atrapados entre complacer al rey y crear algo tan mortífero que lo dañe, con lo cual también serían castigados. Empleando todo su ingenio optan por una bestia fuera de serie, capaz de enfrentar al rey, pero que el desenlace incluya secuestrar a Cruelio. Un aleccionador paseo entre los “trofeos de caza” mostrando la enormidad y ferocidad de las bestias cazadas, deja pequeña cualquier narración de Transformers o Jurassic Park. La construcción misma resulta una proeza de ingenio para crear un ser resistente a embates y capaz de reorganizarse, ocultando su centro de mando; además del diseño, está la creación del segundo plan para lograr esquivar la maldad del rey, quien los mandaba a espiar constantemente.
Los inventores confeccionan un cibermonstruo, que no intimida al rey; por principio resulta fácil de decapitar y partir pero se recompone; resiste embates cada vez mayores; el ingrediente secreto de ese invento es que fue fabricado con “cerebro” para no depender de un mando único en un cerebro autómata que fuera vulnerable. Luego el monstruo crea el prodigio de convertirse en policías que detienen al rey frente a la sorpresa de sus ayudantes y desaparecen con él capturado. La búsqueda de los cortesanos para rescatar a su rey resulta inútil y los inventores imponen sus condiciones de retribución, reconocimiento y medios de huida. Para terminar, el monstruo intenta rebelarse contra sus creadores y no devolver al rey, pero es aniquilado.
La reflexión de fondo está en las posibilidades de control y el autocontrol (y avance) de la mente, lo cual se explica en la construcción del monstruo terrible, que para ser invulnerable debe evitar un centro de mando único y fabricarlo completo con "cerebro". Esto se combina con la charada para eludir al gobernante abusivo y el juego de ingenios, que también termina rompiendo el dominio del mando único.

EXPEDICION TERCERA, O LOS DRAGONES DE LA PROBABILIDAD
Jugando con la variedad y terror de distintos tipos de dragones, el cuento nos divierte explicándonos algo de la probabilidad, tal como se concibe en el mundo cuántico y exponiéndonos algo de lo imaginario, tal como lo especulan las altas matemáticas. Al principio, los dragones parecieran sacados de los números imaginarios, que se materializan; luego, juegan a ser partículas virtuales y traviesas que aterrorizan al mundo material sin pretenderlo; al final, también se mezclan con la noción de milagros provocados por una “probabilidad amplificada”. El juego mental posee un trasfondo, ¿qué sucede si los eventos infinitesimalmente improbables pasan a ser muy probables? La existencia de los dragones son tratados desde esa óptica, cuando la probabilidad amplificada se argumenta capaz de producir dragones (imposibilidades) que causan grandes problemas en los planetas. El cuento también amplifica sus jocosidades al multiplicarse los tipos de dragones y surgir algún competidos desvergonzado que crea y desaparece dragones, provocando un implícito desprestigio en la estirpe de los inventores; para concluir la narración con una estratagema divertida de Trurl que finge un dragón para cobrarse el pago escamoteado.
La reflexión de fondo está del lado de la frontera entre la probabilidad matemática y física, con la probabilidad fantástica, porque más allá del límite físico se levanta el milagro, tan amado por nuestra fantasía. Empero, la física teórica y la lógica pura de las matemáticas deben tomar muy en serio las pequeñas probabilidades, que al incrementarse dan resultados sorprendentes; los cuales, hasta donde sabemos, no son manipulables en el sentido de la jocosa “dragonística”.

EXPEDICION CUARTA, O COMO TRURL SE SIRVIO DE UN MUJEROTRON PARA LIBERAR AL PRÍNCIPE PANTARCTICO DE LAS TORTURAS DEL AMOR, Y COMO LUEGO TUVO QUE USARSE UN LANZANIÑOS
Esta narración expone uno de los escasos fracasos directos de los inventores prodigiosos, cuando Trurl es contratado para curar el amor de un príncipe. Resulta que el amorío es imposible pues está perdidamente enamorado de la hija de un rey vecino, que niega hostilmente el matrimonio. El príncipe languidece y su padre contrata al inventor para despojarlo del enamoramiento. Para solucionar el caso inventa una máquina erótica, que brinda placeres mecánicos y objetivos, violentando al príncipe de mil modos, sin lograr arrebatar su pasión. Tras muchos jocosos intentos, el inventor decide cambiar de objetivo y propone al reino someter a sus vecinos con una agresión que no traiga la guerra; la original idea es una máquina lanzador de bebés que se aparecen entre los vecinos, causando un caos tal, que doblegan la voluntad del rey enemigo, así el príncipe logra la mano de su amada original.

EXPEDICION QUINTA, O LAS TRAVESURAS DEL REY BALERION
Un reino languidece por la afición excesiva de su monarca a los juegos y bromas. De los entretenimientos posibles prefiere las escondidillas, deseando siempre el mejor escondite, entonces contrata a los inventores. Los reta a lograr el mejor escondite de todos los posibles y, en respuesta, ellos presentan un intercambiador de personalidades en forma de unos cuernos portátiles. Balerión toma el invento y lo prueba en son de broma intercambiándose con Trurl, lo cual inicia una divertida carrera de confusiones, porque los protagonistas no están preparados para el asunto. De pronto el rey intercambiado ha huido, con el agravante de que accidenta al cuerpo robado y opta por seguir cambiando de sitio su personalidad. Es Clapaucio quien está obligado a seguir al monarca fugitivo con cuerpo cambiado antes de que ocurra una desgracia, por el acto imprudente. Para complicar la situación Balerión ha pasado su mente a un jefe de guardia y quiere encerrar a Clapaucio, quien debe engañarlo para recuperar el invento cambia-personalidades, y resolver el problema. Ante la traición del rey, los inventores deciden restablecer la situación utilizando la personalidad de un marinero honesto para dejarla definitivamente en el cuerpo del rey, para evitar su venganza y mal gobierno.

EXPEDICIÓN QUINTA "A", O LA CONSULTA DE TRURL
Los eventos acontecen en un planeta por entero artificial, donde habitan gente de ojos de acero que depende de su máquina-artificial-planeta y presumen de no temerle a nada. Su existencia transcurre sin sobresaltos e indiferente al resto del cosmos, pero se les aparece un fantasmón que los espanta y desafía. Los habitantes de ojos acerados intentan de todo para acabar con ese espanto, atacándolo con máquinas y tecnología sin lograr nada; desesperados recurren a Trurl, quien se ingenia en una dirección inesperada. Enterado de las fallas anteriores, el inventor se esmera creando un modelo de oficina burocrática para hacer un amenazador e incomprensible escrito legal que presentan al fantasmón, quien se va enredando en contestarlo, con lo cual pierde su fuerza, hasta desaparecer con el acoso legal. Además del éxito, el inventor toma la precaución de destruir sus recursos burocráticos, no vaya a ser que también dañen sin remedio  a ese planeta maquinal.
El fondo de esta narración posee un tinte social, de ironía manifiesta en contra de la operación burocrática que intimida a los ciudadanos y acorrala a cualquiera, por lo que está fuera de la lógica de la tecnología mecánica; asimismo se declara su peligrosidad y preferencia por no utilizarle. Pero piense el lector que esto se escribe en un país bajo un sistema de mando central, con un Estado que controla la vida entera de los ciudadanos y, la disidencia declarada, es un delito peligroso; así, el autor se estaba jugando el pellejo, al fantasear con temas tan delicados en su país. Por lo mismo, emplea los hilos de la fantasía para ocultar la crítica social.

EXPEDICIÓN SEXTA, O CÓMO TRURL Y CLAPAUCIO CREARON UN DEMONIO DE SEGUNDA ESPECIE PARA VENCER AL PIRATA MORRÓN
Uno de los inventores siente una gran curiosidad por algunas leyendas de regiones galácticas extrañas, jugando al símil, con las narraciones de los viajes de barcos naufragados y los cementerios marinos se dirigen hacia el Desierto de los Velos negros. Además de la bella narración del viaje y los sitios misteriosos, la aventura se encuentra con un pirata gigante y monstruoso. El pirata es una especie de gigante abusivo que busca lo más valioso del universo: conocimientos. Ante el temor de ser dañados por dar los conocimientos y también de ser ultrajados después de darlos, los inventores encuentran una salida perfecta ante el hambre de saber del pirata. La salida pareciera imposible porque el enemigo no es lerdo, sino un comedor de saberes, ávido de más y más, que no se conforma con poco. La salida es un juego de especulación científica, pues inventan un “Demonio de Segunda Generación”, que emparenta este relato con la ficción casi filosófica de Borges. La característica de ese demonio es una emanación de las teorías de la entropía, pues se supone que el escape caótico de átomos por un extremo de un sistema, de modo casual, genera conocimientos aleatorios, sobre cualquier tema extraño y disperso. Ese Demonio retoma los átomos y los convierte en mensajes escritos que recibe el pirata Morrón, satisfaciendo su hambre de saber, pero de modo aleatorio, sin que se detenga nunca el flujo. Eso entretiene y paraliza al contrincante, entonces los inventores se dan tiempo de escapar del sitio.
De manera burlona, Lem nos invita a pensar en el gusto por acumular conocimientos, lo cual también empezará a generar su basura informativa. El fenómeno en nuestro mundo todavía está en ciernes, pero si se deja crecer esa tendencia ¿no es otro modo de crear basura? Además está la cuestión del saber y el poder; cuando el mando es despiadado, agregarle saber se convierte en una amenaza.

EXPEDICIÓN SÉPTIMA, O CÓMO SU PROPIA PERFECCIÓN PUSO A TRURL EN UN MAL TRANCE
Un rey exiliado se encuentra con el inventor y le suplica su auxilio, Trurl siente compasión y desea ayudar al rey, pero es consciente de que es un personaje cruel y de sevicia. No acepta ayudarlo a recuperar el reino, en cambio, decide crearle un pequeño mundo artificial donde él será el amo absoluto. Fabrica un pequeño reino formado de átomos vibrantes, que manifiesta todas las cualidades exteriores de las personas, en términos modernos, Stanislaw Lem previó la ficción tipo videojuegos como “Second Life” o “Sim City” con enorme anticipación. En principio, el rey está reticente pero al observar el detalle y perfección del invento queda cautivado, dedicándose a gobernar tiránicamente al pueblo en miniatura. Como el tipo es malo, pues los castiga sin motivo y les impone penas crueles. Eso molesta al inventor, pero piensa que es pura fantasía. Cuando informa a su colega Clapaucio de su logro, el amigo lo regaña pues estima que no existe una diferencia entre gente de ficción formada de átomos eléctricos y ellos como robots reales.
La reflexión regresa a los inventores para intentar remediar el sufrimiento del pueblo artificial de Trurl. Grande es la sorpresa cuando descubren que los habitantes diminutos han progresado y se han liberado por ellos mismos de su monarca gigante (en proporción a ellos) y lo han lanzado cual satélite artificial convertido en Luna de los pequeños seres llamados Microminiantos.
La cuestión de fondo es la conversión de la existencia en fantasía y viceversa por los medios electrónicos. ¿Eres un fantaseador inocente? ¿Te devora el mundo de los electrones? Llevado a su extremo, también es un tema de Borges, donde la ficción adquiere cuerpo y se subleva.

CUENTOS DE LAS TRES MAQUINAS FABULISTAS DEL REY GENIALON
El emisario de este rey requiere a Trurl para que asista a su amo, quien está retirado del bullicio mundano y habita en una humilde cueva, buscando sabiduría y entretenimiento. Al inventor le solicitan que invente tres máquinas que entretengan al monarca de modo diferenciado: “que la primera contara historias intrincadas pero apacibles, la segunda, ingeniosas y traviesas, y la tercera, profundas y aleccionadoras”[3], por tanto este cuento implica varios relatos procedentes de las tres máquinas fabulista, siendo el más largo relato de Ciberiada, y remata con otro desenlace ingenioso.
El primer cuento incluido es sobre el país de los multiplistas, un planeta donde importaba mucho el número (existían por entero hacinados) y su rey Mandrillón que presionó par a construir un Consejero Perfecto. El inventor cumple el trato de modo excelso, pero el rey no desea hacer retribución, así que confabula al Consejero para echar a Trurl sin pago alguno, simulando un atentado. El inventor no se queda contento y trama vengarse, pero el Consejero un valladar inexpugnable, así que primero debe deshacerse de él. Utiliza un ingenio de otra categoría al despertar la suspicacia policíaca sobre su artefacto, para que sea repudiado por el rey; el ingenio consiste en mandar un mensaje inocente, pero interceptado por la policía secreta destila un mar de suspicacias y aceita el mecanismo de las envidias palaciegas. Al final, el Consejero Perfecto es repudiado por el rey y destruido. Sin la defensa del Consejero, regresa Trurl a exigir su justo pago y a regañar al monarca quien no tenía la inteligencia para recibir consejos.
El segundo cuento incluido narra las lecciones que da el inventor al rey Torturán que desea obtener el perfeccionamiento “no-lineal”, para lo cual presenta unos cuentos aleccionadores.
Llamemos cuento A al encuentro con unos robots que vejan y maltratan a otro, por una complicada razón, se trata de una reconstrucción de Malapucius, un reformador de la sociedad robótica que comenzó una peripecia de modificaciones en ese mundo, comenzando por convencerlos de compartir la corriente eléctrica; lo cual da pie a una serie de reacciones y modificaciones graciosas que recuerdan las fallas del “socialismo perfecto”[4], comenzando por la desidia de los robots para producir su propia energía al conectarse en serie entre todos, pues la mitad se tiró bajo la mesa negándose a cargar. Un nuevo cambio pretende remediar al anterior, en una sucesión de disparates. La serie de reformas terminó mal, en una guerra civil generalizada, pero eso los vejadores de Mapucius lo reconstruyen cada noche para vengarse de lo sucedido en un lejano pasado.  El inventor Trurl desea terminar con la vejación, pues estima que el reconstruido no es el personaje originario, pero como al sentirse liberado el Malpucius declara que reiniciará con sus reformas para otorgarle el “paraíso terrenal” a sus congéneres, el inventor abandona su defensa.
Llamemos cuento B al viaje a una tierra de gran abundancia, Bobalacia, la tierra de los felices, donde retrata a una sociedad perfectamente hedonista (que ya no es sociedad) donde cada quien está rodeado de implementos robóticos dedicados a la satisfacción extrema. Cada bobalicio o, mejor dicho, feliz, vivía en un palacio de su propiedad, fabricado para él por una automatoria (así llaman ellos a sus esclavas de rodamientos rutilantes), rociado con aromas, incensado con inciensos, amado eléctricamente, en oro y plata envuelto, revolcándose en joyas, paseando por las cámaras del tesoro, de brocados centelleante, de doblones tintineante, con guardia en el jardín y un harén de postín, de brillantes y rubíes recamado, y a pesar de todo esto, malhumorado y dado poco a la alegría.”[5] En la descripción, esa felicidad resulta en una especie de embotamiento, porque el entorno mecánico persigue a cada quien hasta una saciedad extraña. Al curioso barullo de máquinas que regalan oro, medallas, perfumes y dulces, únicamente ha escapado un sabio recluido en una cueva, que solicita el auxilio de Trurl para arreglar ese mundo sobrecargado de favores. Porque tanta abundancia placentera se ha vuelto en su contrario: “¿Acaso no equivale el tenerlo todo a no tener nada? ¿Y cómo se puede decidir y escoger cuando el ser racional, rodeado de todos los paraísos del mundo, se vuelve indiferente ante la posibilidad automática de ver cumplidos todos sus deseos?”[6] Ante esa situación planean crear máquinas “complicadoras”, pero no lo implementan, pues sería darle una vuelta de tuerca a la situación; observan que muchos intentan destruir máquinas y riquezas por hartazgo, sin resultados. Sin llegar a una salida, el único sabio del sitio cae embelesado por una jauría de máquinas placenteras y termina el relato.
El cuento C narra la conspiración encabezada por Lístulo para perder al rey Braguetano en un mundo de sueños. Los conspiradores intentan colocarle varias trampas para que el acto sea un autoregicidio y no cargar con las culpas o volverlo mártir. La mejor opción parece ser provocar sus excesos y lubricidades mediante una máquina de sueños, que presenta tentadores deseos impropios. Ese rey va probando diferentes sueños donde comete atropellos e indecencias, pero no cae en la trampa completa pues su desconfianza lo regresa a la vigilia antes de llegar al punto sin retorno. Braguetano recorre y escapa de las trampas de varios sueños. Hasta que se embarca en uno titulado “Monalisa o el laberinto de la dulce infinidad”, donde el rey se conectaba y buscaba ese sueño en vano, entonces estaba en el mismo sitio y se conectaba… el sueño se va duplicando, hasta perder al rey que no distingue entre vigilia y sueño, así que cuando despierta supone estar soñando. La desgracia de ese rey fabulado, entristece y alecciona al otro rey del relato (Torturán) que se da por satisfecho, cerrando el ciclo de tres narraciones; lo cual satisface al rey Genialón con el episodio presentado por la segunda máquina narradora.
La tercera máquina presenta el relato bufo de cómo una cazuela potenciada de Trurl por accidente, al rebotar en un vertedero cósmico, generó un ser pensante pero limitado. El personaje llamado Yonomas y surgido por un accidente improbable adquiere un tono de reflexión egoísta, religiosa y filosófica. Ese robot casual permanece aislado en el basurero cósmico y su andanza se limita a descubrimiento de sí y a las reflexiones que surgen de su situación en el largo lapso entre su creación y destrucción por la misma cazuela que lo originó. La reflexión oscila alrededor del ego y sus ideas espontáneas sobre la propia perfección y su vínculo cósmico.
Ya que el anterior relato causó tristeza, se embarca en la narración del encuentro de Clapaucio con Cloriano, un curioso filósofo que está frustradísimo y colérico porque sus contemporáneos lo ignoran. Empezó escribiendo sobre la necesidad de que las civilizaciones superiores inventaran dioses, la importancia de esto y la culminación en una deidad suprema: “Comenté en mi libro la necesidad de inventar dioses a posteriori, ya que no los hubo a priori, y dije que toda civilización dedicada a la inteléctrica no tenía otro fin que el de construir una Originadora Universal Ultimativa de Omnipotencia, es decir, un rectificador del mal, o bien un enderezador de las sendas de la Razón.“[7] Pero el pensador no recibe ningún reconocimiento y mantiene su obra en crecimiento, la siguiente la dedica a cuestionar la Razón y su obra en el cosmos, para convertir estrellas en camas y cloacas, es decir, convertir lo natural en artificio. Luego se compara con otros pensadores y sigue su loca carrera por construir hipótesis y desarrollar sistemas de pensamiento, incrementando su amargura por no ser reconocido; especie de Schopenhauer galáctico. Ya en su madurez plantea la existencia de los Efesedas la civilización cima del cosmos, la cual ha conquistado la Fase Superior de Desarrollo, tema que dará pie al siguiente relato. Después elabora una teoría para explicar el dilema ¿qué fue primero el robot o el rostropálido (humanos)? Lo cual también es ignorado. Al explicar también que no desea que la posteridad lo relacione con los otros supuestos genios de su tiempo, sufre un sobrecalentamiento y fallece, dejando en manos del inventor, su Testamento. La lectura de ese legado, causa tanto interés y turbación a Clapaucio que no se decide a destruirlo ni a publicarlo.
El amanecer interrumpe las narraciones, y el rey Genialón satisfecho con las máquinas narradoras ofrece el mejor precio que le viene a la mente, ofreciéndole a Trurl “la salud y la vida”. El cuento termina con este diálogo donde se observa la agudeza y sagacidad de Lem: “—Majestad —dijo Trurl, estupefacto— ¿es que vuestra primera intención fue la de privarme de la vida? ¿Este debía ser mi premio?
“Tienes la libertad de interpretar mis palabras a tu antojo —contestó el rey—. En cuanto a mí, te diré cómo las entiendo yo: si sólo me hubieras divertido, mi generosidad no hubiera tenido límites. Pero has hecho más que esto. Por tanto, ninguna riqueza puede tener el mismo valor que tu obra. Dándote la posibilidad de continuarla, te ofrezco en pago el premio más alto de que dispongo...”[8] Con ese hermoso final, resulta prudente, evitar más análisis de este cuento tan complejo, donde están metidos relatos dentro de relatos, hasta el límite, con un estilo espiral y caleidoscópico que luego repitió con maestría Ende en su Historia sin fin.

ALTRUICINA, O UNA HISTORIA VERDADERA DONDE SE CUENTA COMO EL ERMITAÑO BONIFACIO QUISO HACER FELIZ AL COSMOS Y CUALES FUERON LOS RESULTADOS
Este cuento final, el lastimoso Ermitaño Bonifacio, cuenta su historia al conocer al Trurl, pues resulta que antes había participado con Clapaucio, en la secuela del “filósofo” Cloriano, pues le ha dejado intrigado con los hipotéticos seres de la Fase Superior de Desarrollo. El inventor curioso  se decide a buscar a tales seres, pero la búsqueda resulta muy difícil pues debe encontrar la pista de algo cósmicamente inconcebible. Obtiene pistas sobre el asunto y encuentra una estrella cuadrada, alrededor de la cual giran planetas cúbicos y uno de ellos tiene grabadas las iniciales obvias de FSD. Localizado el sitio, la visita resulta por entero desconcertante, pues los habitantes semejan entidades surrealistas que plácidamente se desprenden de partes de sí, descansan sobre la arena planetaria  y manifiestan varios portentos, pero son por entero indiferentes al intrigado Clapaucio. El recurso del inventor para lograr su atención es molestarlos, pero la tarea resulta muy difícil, pues esa molestia directa significó que lo lanzaran a distancias siderales del planeta, en un instante y colmado de regalos cursis. Regresar sería imposible, así que Clapaucio optó por hacer una máquina suprema que reprodujera la evolución cósmica hasta alcanzar la FSD, la compleja tarea implicaba crear una especie de Diostrón o Ultimador Ontogenérico. Creado este principio absoluto, el inventor le solicitó crear un habitante de FSD con tendencia a platicar, para contestar sus preguntas. En el interrogatorio el FSDinano (o Efesedas como se traduce) contesta las preguntas últimas (¿humanos o robots?, da el argumento sobre los jorobados enderezados, etc.) y explica su mundo súper adelantado con términos paradójicos, por ejemplo afirma: “¡El desierto de nuestro planeta no es un desierto, sino un Superdiosotrón, millones de veces más poderoso que esta caja primitiva que habéis fabricado! Nuestros antepasados lo han creado, porque como todo ya les parecía demasiado fácil, quisieron convertir en ideas los granos de arena. Se lo propusieron por pura megalomanía, sin ninguna necesidad, ya que cuando se puede hacer todo, no es posible añadir a ello nada más (…)Nosotros podemos, si se nos antoja, cuadricular las estrellas, apagar una mitad de ellas e incendiar la otra, construir seres habitados por otros seres, más pequeños, de modo que los pensamientos de los gigantes fueran bailes de los enanos; estar en un millón de lugares a la vez, cambiar de sitio las galaxias para que compongan dibujos agradables para la vista; sin embargo, dime, por favor, ¿qué razón hay para que emprendamos esos trabajos? ¿Acaso el Cosmos mejorará si sus estrellas son triangulares o tienen ruedas?”[9] Una vez radicalizada la perspectiva, la discusión se dirige hacia el tema de la felicidad y el emisario del FSD opina que no es posible inducir a la felicidad a los demás, pues regalarles máquinas para cumplir deseos se convierte en un fracaso, incluso operando milagros la solución termina en fatalidad: “—Dar la felicidad con la ayuda de milagros es la técnica más llena de riesgos que conozco —contestó con severidad la voz de la máquina—. ¿Cómo quieres que la apliquemos? ¿Individualmente? El exceso de belleza rompe los lazos matrimoniales, el de la inteligencia trae la soledad, la riqueza exagerada conduce a la locura. ¡No, no! ¡No se puede dar la felicidad a los individuos, y menos todavía a las sociedades! Cada sociedad ha de seguir su propio camino, subir de manera natural los peldaños del progreso y deberse a sí misma todo el bien y el mal que consigue. Nosotros, los de la Fase Suprema, no tenemos nada que hacer en el Cosmos”[10] , por tanto pregona para sí una doctrina de no-acción.  Pero el inventor no está convencido y desea ganar la discusión obligando al FSDiano a que entregue un remedio para la felicidad acelerada que todavía no se ha probado, llamado “Altruicina”, sustancia psicoactiva para provocar un espíritu de fraternidad y amor, con empatía instantánea y un intenso deseo de ayudar al prójimo. La sustancia debe probarse en un planeta de hombres, por lo que el Ermitaño Bonifacio es convertido en uno para encargarse de la parte práctica, descendiendo al planeta. Por accidente se cae una maleta de Altruicina al abastecimiento de agua por lo que el experimento se realiza de golpe afectando a la ciudad entera. Por efecto del producto, las personas sienten tan intensamente al prójimo, que un evento de dolor de cualquiera las enloquece y provoca acciones descontroladas, incluso las más viles y violentas. El producto va enloqueciendo a la población y hasta los animales y otros seres son afectados. Para vergüenza además Bonifacio es descubierto y maltratado, terminando sus ganas de promover la felicidad ajena por métodos acelerados.
Con un literato tan extremo como Lem, resulta congruente terminar preguntándonos por las fronteras del desarrollo de especies (biológicas y maquinales) y si existe un atajo hacia la felicidad colectiva. El primer tema es bastante ambicioso y, no queda otra, debe recurrir al reinvento de Dios, para que engendre a su súper ser (más allá de Nietzsche, sin duda). Aunque el resultado plástico de los habitantes de FSD deja el deseo de algo mejor, su presentación argumentando la obligación de la no-acción es muy convincente. Las objeciones y parodia final sobre la felicidad acelerada resulta bastante convincente, sobre todo, si consideramos el ambiente del “socialismo real” donde se pregonaba la aceleración para alcanzar la felicidad colectiva; lo cual deja un agridulce sabor de boca para reflexionar.



NOTAS:


[1] “Lo que ocurre es que, superado un cierto límite, el militarismo, fenómeno puramente local, se convierte en civilismo, por la sencilla razón de que el Cosmos en su esencia es absolutamente civil. Y, precisamente, ¡el espíritu de ambos ejércitos había alcanzado ya las dimensiones cósmicas! Aunque por fuera brillara el acero, corazas, obuses y mortíferas lanzas, por dentro se levantaron olas de un doble océano de serenidad tolerante, amistad universal e inteligencia perfecta “ LEM, Stanislaw, Ciberiada, p. 10.
[2] LEM, Stanislaw, Ciberiada, p. 16.
[3] LEM, Stanislaw, Ciberiada, p. 71.
[4] La parodia sobre el “socialismo real” es muy completa, iniciando desde los simples gestos de resistencia sindical (robots echados porque no reciben suficiente corriente), método de igualitarismo radical (conectar en serie a todos los habitantes robots), hasta la frustración belicosa (guerras entre “países socialistas” como China y Vietnam). Curiosamente el periodo de fértil producción de Lem se redujo tras la caída del muro.
[5] LEM, Stanislaw, Ciberiada, p. 86.
[6] LEM, Stanislaw, Ciberiada, p. 86.
[7] “Incluí, además, un plano del primer Diosotrón, así como las características de sus capacidades, medidas en diosonas. La diosona es la unidad de omnipotencia que determina el equivalente de la posibilidad de hacer milagros en el radio de mil millones de parsecs.” LEM, Stanislaw, Ciberiada, p. 102
[8] LEM, Stanislaw, Ciberiada, p. 105.
[9] LEM, Stanislaw, Ciberiada, p. 113.
[10] LEM, Stanislaw, Ciberiada, p. 116. A manera de una conclusión del sabio en el Tao te King de Lao Tse.