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miércoles, 4 de mayo de 2016

GILBERTO BOSQUES BIOGRAFÍA EN LA EUROPA PERSEGUIDA






                                                                                              Por Carlos Valdés Martín

Reconocido popularmente como el “Schindler mexicano”, las labores y aventuras de Gilberto Bosques Saldívar sobrepasaron esa calificación. En un ambiente peligroso, tras la caída de la República Española y los preparativos bélicos en Europa, él aceptó un delicado encargo diplomático para rescatar a los refugiados españoles que se precipitaron hacia Francia en 1939. 
Cuando acepta el encargo de cónsul en Francia, don Gilberto Bosques ya contaba con una trayectoria notable. Natural de un pequeño pueblo llamado Chiautla, nació en 1892 y desde muy joven mostró su pasión por las causas sociales y la educación. Desde joven había participado en la Revolución Mexicana, ganando diputaciones locales y federales[1]; también alcanzó puestos elevados en su estado natal, Puebla; una larga experiencia como profesor, promotor de revistas; director de un periódico nacional, y además cercanía con el entonces Presidente mexicano, Lázaro Cárdenas.
La designación consular de Gilberto Bosques fue por una petición directa del Presidente Cárdenas, motivada por el delicado contexto internacional, como se apreciará adelante. En México entonces ocurría la más ambiciosa oleada de reformas sociales y económicas, algunas de las cuales provocaron gran tensión exterior, como la expropiación petrolera del 18 de marzo de 1938.

Antecedentes de la Guerra Civil y preludio a la Guerra Mundial

En el mundo, el ascenso de regímenes nazis y fascistas preludiaba una oleada de conflictos que desembocaron en la Segunda Guerra Mundial.
La República española enfrentó la conspiración y sublevación de los generales, bajo banderas de conservadurismo y reacción. El bando franquista español en el exterior fue sostenido por el clero y por el Eje Fascista de Alemania e Italia. La República quedó dividida y su apoyo externo fue débil o contradictorio. El bando fascista comenzó un golpe de Estado el 17-20 de julio de 1936 y desató una cruel guerra civil.
El gobierno mexicano fue uno de los pocos que mostraron una solidaridad activa hacia el bando republicano español, en un contexto internacional viciado por una desastrosa política de “No intervención” liderada por Francia e Inglaterra.
La República española cayó abrumada por la superioridad de armamento y recursos del bando fascista y, también, presa de sus contradicciones internas. La guerra civil en España finalizó el 1° de abril de 1939 con la completa derrota militar de los republicanos.  
En Europa las hostilidades abiertas de la Segunda Guerra Mundial comenzaron el 1° de septiembre de 1939, con la invasión alemana de Polonia. Aunque contaba con antecedentes importantes que la hacían inminente, en especial, la toma de Praga y territorios Checos en marzo de 1939.

Designado diplomático

La cercanía con el Presidente Lázaro Cárdenas precipitó la designación de Bosques para una misión muy delicada en Francia. La Guerra Civil Española había dejado más de medio millón de refugiados desamparados en suelo francés y el gobierno mexicano era de los pocos que estaban seriamente comprometidos. Según un relato autobiográfico recogido por Pérez Manzano, la plática donde se decidió su puesto fue así:
“—Bueno te irías a Francia –le dijo el Presidente Cárdenas-, ¿pero en calidad de qué?
“—Como Cónsul General –responde G. Bosques-;
“—¿Por qué no como Ministro?
“—No, —contesté— como Ministro se tienen muchas obligaciones sociales. No tendría tiempo para observaciones y estudios. No quiero un rango en el Servicio Exterior (que bajo esa otra figura también recibía un rango, pero distinto: Nota CVM), sino una oportunidad para mis propósitos sin desatender los servicios oficiales del cargo.”[2]  

Arribo como Cónsul General en París

Al final del año 1938 se embarca y arriba justamente el 1° de enero de 1939  en el trasatlántico Normandie[3]. Viaja con su familia completa integrada por su esposa María Luisa Manjarrez y sus tres hijos adolescentes Gilberto, Laura y Teresa. Visto en retrospectiva cabe preguntarse si subestimaba el peligro personal en una Gran Guerra o mantenía confianza en el respeto a los diplomáticos, entre las grandes potencias. De inmediato se instaló en la capital francesa, donde se albergaban la Embajada y Consulado General mexicanos. “El Consulado General en París tenía jurisdicción hasta Líbano, todo el Norte de África y Suiza; las oficinas se ubicaban en el mismo edificio de la Legación de México, la que estaba encabezada por un amigo de Don Gilberto: el ex Secretario de Educación Pública, Narciso Bassols.”[4]

Un deber y un apasionamiento… arriesgado

Gilberto Bosques no tomó su tarea como un trabajo rutinario, delimitado bajo horarios y obligaciones estipuladas. Dedicó todo su esfuerzo y tiempo, arriesgando más allá de la prudencia y rebasando sus obligaciones consulares.
Bosques, poco dado al auto-elogio, puso el acento en el esfuerzo y riesgo personal de sus colaboradores cercanos, así, en una declaración suya se lee: “‘Mis colaboradores no repararon en esfuerzos’, me dijo. ‘A veces trabajaban día y noche, sobre todo cuando salía un barco. Acompañaban a los que iban a ser puestos a salvo, porque queríamos tener un panorama de quién realmente iba en el barco. Algunos eran arrestados poco antes y entonces se trataba de ayudarlos para que fueran liberados nuevamente. Cuando se vio repentinamente que aquéllos a favor de quienes expedíamos documentos no tenían fotografías para pasaporte y que rehuían dejarse fotografiar en cualquier lugar—pero también para ahorrar tiempo— instalamos un estudio de fotografía en el consulado’"[5].

Derrumbe del frente, oleada de emigración y catástrofe humanitaria en Francia

Al colapsarse las líneas militares republicanas, comienza un éxodo masivo que presiona sobre la frontera francesa al principio de 1939, cuando cientos de miles de civiles intentan desesperadamente el cruce. La autoridad francesa se resiste a esa entrada masiva y deja a cientos de miles varados y sin alternativas; luego, el gobierno francés termina cediendo y en pocas semanas se internan más de medio millón de españoles. La autoridad gala improvisa su recibimiento confinándolos en campos de reclusión (llamados entonces “campos de concentración”, aunque sin el sentido de exterminio que luego adquirió ese término). Los españoles son recluidos en barracas improvisadas, marcadas entre el desinterés y la hostilidad; el campamento más poblado contiene a 80,000 almas. La posición oficial gala no fue de bienvenida, sino hostil como para convencerlos que regresen a su país; sin embargo, la principal perspectiva de regreso era la cárcel o el fusilamiento por las ensoberbecidas huestes de Francisco Franco.
En Francia, la situación de los españoles perfila una catástrofe; la emigración ha huido sin recursos, con muchos enfermos y heridos, las familias separadas, viudas y huérfanos, todos ellos sin medios ni maneras para dar marcha atrás. Las condiciones de alojamiento, alimentación y sanidad son precarias o no existen; escasean la comida y el servicio médico.
Ante la masificación de las tareas y las urgencias, en Francia la Legación diplomática mexicana redobla esfuerzos y recibe más personal. La llegada de Gilberto Bosques al despuntar el año 1939 va en ese sentido: intensa actividad para contactar a los españoles y darles abrigo. Con urgencia se envían encargados a los campos de refugiados, diariamente se reciben centenares de cartas y se apuran sus respuestas. Muchas veces el acercamiento es infructuoso porque son cambiados de barracas o de campos, e inclusive algunos escapan de las barracas. Simultáneamente, al Consulado mexicano en París le llegan miles de cartas de parientes y amigos ansiosos por ofrecer su ayuda o intentando localizar a sus parientes.

Determinación para auxiliar a los refugiados

En esa encrucijada desesperante de la emigración forzada y los campos de refugiados, la determinación del Presidente mexicano para dar asilo a “todos” (esta vez sí aplicaba el acentuarlo) los refugiados españoles que quisieran emigrar. La oferta de Lázaro Cárdenas es generosa y sin condiciones, no está predispuesta por filiaciones sino que se dispone a una recepción masiva. Gilberto Bosques está comprometido para cumplir esa gran misión desde su arribo.
Ahora bien, el entorno internacional conflictivo no permitía moverse con facilidad; por ejemplo, la Expropiación Petrolera (18 de marzo de 1938) provocó animadversión de EUA e Inglaterra que chocaron con los intereses mexicanos. Por ejemplo, eso implicó cautela inicial ante los brigadistas internacionales que escapaban de España y no aceptar sus solicitudes en bloque[6].  

Labores humanitarias

Entre las labores humanitarias más notables de la legación mexicana en Francia estaban el rescatar huérfanos, amparar viudas y lisiados, dar alojamiento a desvalidos, otorgar protección legal a perseguidos y apurar su salida hacia México. Gilberto Bosques realizó gran variedad de acciones para coordinar y lograr el cumplimiento de las tareas humanitarias bajo su responsabilidad, por lo que mencionaremos algunas.
Para el rescate de infantes: “Se costeó el rescate de los niños, algunos de los cuales huérfanos la mayoría fueron recogidos en los alrededores de los campos, de donde escapaban en condiciones lamentables. En el invierno se recogieron niños que tenían los pies congelados. En los campos algunos de ellos presentaban un estado de pre-anemia.”[7]
Para la acogida de personas con los refugiados del sur de Francia, Gilberto y su gente rentaron y gestionaron la habilitación de dos castillos, el de Reynarde, donde acomodaron 850 personas y el de Montgrand, con alrededor de 500 ocupantes. “Había universitarios, magistrados, literatos, hombres importantes y también trabajadores del campo y del taller. Todos llegaron ahí para protegerse, a buscar abrigo, con el ánimo caído. Para levantarles el espíritu se organizó una orquesta, se montó un teatro, se organizaron juegos deportivos y esos hombres recobraron el buen ánimo”. “Los niños y mujeres en Montgrand tenían buena alimentación, en lo posible, con dieta especial, bastante buena, que incluso los franceses no disfrutaban; campos de recreación para los niños, un cuerpo médico de pediatras muy capacitados y su escuela”[8]

Embarcos suspendidos por la declaración de guerra

Para los refugiados el fletamento de barcos y el conseguir permisos (pasaportes y salvoconductos), era cuestión de vida o muerte. Muchas autoridades francesas demuestran más reticencias y desconfianzas que interés en facilitar las salidas.
Con la activa colaboración y financiamiento de los propios españoles del SERE (Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles), por fin el 17 de mayo sale hacia México el primer gran buque, el Sinaia el 24 de mayo de 1939. Pronto zarpan el barco Ipanema y luego el Mexique. En ese periodo se estiman un acumulado de 6000 personas que se dirigen hacia México.

Declaración de guerra europea y hostilidad del gobierno francés

La situación cambia dramáticamente el 3 de septiembre de 1939 con la declaración de guerra entre las potencias aliadas y Alemania. El ambiente quedó de súbito enrarecido y privó un esfuerzo de militarización en Francia.
Por ejemplo, de pronto la generación de pasaportes mexicanos se paralizó mientras se redefinían las posiciones de las potencias. En ese contexto pre-bélico, una parte del gobierno francés se pliega a las presiones franquistas y dificulta la situación de los exiliados y hasta espía a la delegación mexicana, especialmente a Bassols y los hermanos Gamboa de quienes sospechan más pues son “rojos”.
Un ejemplo, de las tensiones de ese periodo fue la detención arbitraria en Francia de un mexicano[9] sin acusaciones, por lo que Gilberto Bosques tomó la “represalia” de suspender las visas para los ciudadanos franceses internados en México. Una vez liberado el detenido mexicano, este incidente terminó sin complicaciones y se restableció el visado, pero demuestra lo ríspidos que se volvían los tratos entre el gobierno francés y el mexicano. 

  Excepción y peligro tras la ocupación nazi de París

Alemania invade Francia el 10 de mayo de 1940, y en pocas semanas la República francesa es derrotada y capitula; entonces  la situación de la delegación diplomática mexicana da un vuelco dramático. Dicha capitulación francesa sucede el 22 junio de 1940.
El país lo ocupa una potencia beligerante en guerra mundial, que incluye en sus hostilidades a México. Una gran zona que no ha sido tomada queda bajo la autoridad del colaboracionista Pétain, quien está más preocupado por congraciarse con los nazis que en respetar sus leyes interiores convertidas casi en letra muerta.

Escapan de París y se instalan en Marsella

Debido a que la embajada estaba ubicada en París, ante la proximidad del ejército alemán, el personal de la embajada mexicana debe huir hacia el sur. Según testimonios Gilberto Bosques es el último en retirarse de la sede diplomática mexicana en París, ya cuando los soldados alemanes amenazan a las puertas de la ciudad.

Acuerdo Franco-Mexicano del 22 de agosto de 1940

En mitad de esa situación caótica, el diplomático mexicano Luis I. Rodríguez inicia una ardua gestión diplomática —en las que también es protagonista G. Bosques— para acelerar la salida de refugiados[10] y, con dificultades, tras apretadas negociaciones se da la aceptación por el gobierno de Pétain[11]. El 22 de agosto de 1940 se logra un Acuerdo Internacional franco-mexicano firmado con la finalidad de favorecer la salida de los refugiados rumbo a México. 
A pesar de tal acuerdo, los obstáculos y peligros son enormes en ese país. Un decreto alemán indica que todo ciudadano extranjero en los territorios ocupados debe ser deportado a “campos de trabajo” ubicados dentro de las fronteras germanas. El gobierno del dictador Franco logra algunas extradiciones de líderes españoles, quienes de inmediato son fusilados en España como Lluys Campanys. El gobierno francés y el nazi espían a la delegación mexicana y a los refugiados, entonces sin protección consular las detenciones arbitrarias son cotidianas.

Acoso, espionaje, redadas y capturas arbitrarias

Bajo el régimen de Pétain afuera de campos de refugiados, para los españoles su existencia es peligrosa. Los franquistas exigen detenciones, abren procesos con fachada de legales, además espían y acosan a los refugiados; y los provocadores fascistas cruzan fácilmente los Pirineos para hostigarlos. En ocasiones, la autoridad francesa actúa con indiferencia o se presta a cualquier clase de atrocidades. Si descubren que algún refugiado posee mucho dinero y bienes, lo consideran una especie de botín, cuando lo encuentran es detenido y lo que posea queda confiscado. Por ejemplo, a Manuel Portela Valladares lo detienen arbitrariamente para confiscarle 395,000 francos, acciones de una empresa francesa y un óleo valioso; quedando en arresto domiciliario.
La población francesa duramente aleccionada por la invasión alemana y la traición de sus gobernantes, queda más sensibilizada y se comporta solidaria con los refugiados; pero los franceses mismos están acosados y bajo amenaza, así que su capacidad de socorro está minimizada.

Importancia de las Visas mexicanas

Comprometido y sensibilizado por la amenaza y arbitrariedad a que eran sometidos los perseguidos de distinto signo, el cónsul Bosques y su delegación diplomática, se comprometieron para ayudar más allá de las órdenes públicas de rescatar a los españoles. Sin embargo, extender la ayuda a los judíos y otros perseguidos (antifascistas, partisanos, disidentes conocidos…) se volvió peligrosísimo. Las disposiciones seudo-legales del gobierno local y los ocupantes nazis ponían en riesgo constante los esfuerzos para proteger perseguidos, pero el deber moral de los diplomáticos se resumía en la consigna de “salvar vidas” ante todo. De esa manera socorrieron, brindaron apoyo material y hasta ocultaron a perseguidos para facilitar su salida del país y una gran ayuda la representaron las que fueron luego llamadas “Visas Bosques”.
En el contexto de la Francia ocupada, para los refugiados con un estatus legal precario, las visas mexicanas implicaban casi el único paraguas contra la arbitrariedad y los abusos imperantes. Anotemos que también las autoridades francesas bajo Pétain promulgaron leyes de carácter persecutorio contra los extranjeros, incluso su reclutamiento para trabajos forzados o las amenazas de confiscación. 

Organización de la vida en los castillos de Reynarde y Montgrand

Debido a las privaciones de los refugiados, la peligrosidad de las calles y las amenazas legales, resultó indispensable organizar dos grandes campamentos en la Francia bajo Pétain. Los dos viejos castillos con un ambiente agrícola alrededor resultaron los más adecuados, además que permitían mantenerse alejados de las intrigas y el acoso. El mantenimiento simultáneo de 850 y 500 republicanos con sus familias requirió de un enorme esfuerzo material y humano. En esos parajes se organizó desde educación y cuidado de niños pequeños, atención de los enfermos y lisiados, alimentos diarios y pequeña agricultura, alojamiento para las familias y los huérfanos, calefacción y avituallamiento, educación para todos y hasta entretenimiento cumplidos con la misma participación de los asilados.

Búsqueda desesperada de medios y envío de barcos con refugiados

En una situación de hostilidad en Francia y con la presión de una Alemania nazi en guerra, no se imaginen que resultaba sencillo conseguir barcos para refugiados. Las líneas comerciales entre Europa y América habían cesado sus operaciones, quedaban algunos cargueros pero las dificultades eran enormes y el peligro constante. Durante largos periodos el gobierno de Pétain o Alemania se oponen e impiden los embarcos, cuando lo permiten imponen muchas restricciones. Las compañías navieras son cautas, pues molestar a las potencias beligerantes les significaría detener sus operaciones y hasta la confiscación de sus naves. Incluso otros gobiernos latinoamericanos que simpatizan con los refugiados son demasiado cautos o carecen de medios para facilitar la emigración[12].
De modo constante la presencia de los diplomáticos mexicanos era indispensable. Desde el final de 1941, para los nazis alemanes los “comunistas” se convierten en un objetivo militar. Recordemos que antes tuvieron un pacto de amistad Hitler-Stalin, pero después invadieron la URSS el 22 de junio de 1941. Entonces los alemanes exigen a Pétain el máximo rigor contra los comunistas, a quienes detectan y persiguen entre los refugiados, evitando que salgan. La vigilancia militar se vuelve tan rigorista que, buscando suplantaciones, custodian las pasarelas para garantizar que los pasajeros no se hayan teñido el pelo. Por eso Bosques: “supervisa muy de cerca cada uno de esos embarcos. Él mismo interviene al pie de la pasarela de abordaje para asegurarse de que entren al buque los refugiados que corren el riesgo de ser detenidos en el último momento”[13]

Declaratoria de guerra formal México-Alemania

El 13 de mayo de 1942 fue hundido un buque petrolero mexicano, el Potrero del Llano, por submarinos alemanes. El gobierno de Manuel Ávila Camacho emplaza a Alemania y siete días después, el 22 de mayo de 1942, hace la declaratoria formal de guerra. A partir de ese momento hay un estado formal de guerra entre México y las potencias del eje, aunque nuestro país no participa directamente en ninguna operación militar sino dos años después en la Guerra del Pacífico contra Japón.

Ruptura de relaciones diplomáticas y toma de la embajada mexicana

En el contexto de guerra formal con Alemania y las fuerzas del Eje, el gobierno mexicano queda orillado a la ruptura de relaciones con Francia. El cónsul Bosques presenta la nota de ruptura y da la ampliación verbal, esperando la reacción. En ese ambiente proceden a quemar los archivos diplomáticos comprometedores, todavía ubicados en su misma sede.
La reacción posterior viene de Alemania, que encarga el saqueo de la sede de la embajada. Se presentan militares alemanes exigiendo que entreguen archivos y que abran las cajas fuertes, sospechando que se conserva información confidencial. En las oficinas, Gilberto Bosques se encarga de encarar a los soldados, conservando un aplomo sorprendente. Ante las exigencias de que abrieran sus cajas fuertes mantiene la calma y declara enfáticamente que únicamente hay caudales que pertenecen al consulado, indispensables para sufragar los gastos de todos ellos. En la disputa con los militares alemanes logró que el encargado firmara un recibo por la cantidad decomisada y abajo un escrito con su protesta formal.
“Bosques redactó el recibo de los fondos, y al final, su enérgica protesta, pero la Gestapo intentaba obligar al oficial a no firmarlo, por lo que éste le dijo: ‘yo soy un miembro del ejército. Me ordenaron esta clase de actos en comisión especial. He aceptado por disciplina. El ejército alemán se deshonra con un acto de esta naturaleza, y como ya le di mi palabra, le voy a firmar el recibo, pero le suplicaría que suavizara la parte final de la protesta’.”[14]
El oficial alemán a cargo terminó firmando un documento, que era comprometedor. Gilberto acudió al cónsul de Suecia, país que respaldaría la tarea diplomática en tan difícil momento y le confió el documento temiendo que luego intentaran arrebatárselo los alemanes.  En un giro trágico de esa anécdota, poco después autoridades alemanas gestionaron para devolver el dinero a cambio del documento, y, en un desenlace dramático, al oficial que lo firmó le fusilaron.

Prisión en Alemania

Corría el año 1943, cuando por vía propia y con apoyo de las embajadas amigas se tramitó la salida de Francia los 43 mexicanos vinculados a la legación nacional, incluyendo a Gilberto con su mujer e hijos. El gobierno francés dilató la salida y con engaños desvió su ruta. Pronto fueron trasladados a Mont D'or para entregarles a los alemanes, pues los detendrían en Alemania a cargo de la Gestapo.[15]
Detenidos en suelo francés, todo el cuerpo diplomático y sus familias fueron conducidos cerca de Bonn y terminaron en una reclusión de consideraciones diplomáticas en un hotel de lujo en Bad Godesberg.
“Para ese entonces, la Alemania hitleriana tenía suficientes motivos: Los representantes mexicanos se habían dedicado a documentar, proteger y trasladar a México (y a otros países), a prisioneros de distintas nacionalidades, principalmente españoles que huían de la persecución franquista y judíos; se atrevieron a romper relaciones con el gobierno de Vichy y finalmente, el mismo gobierno mexicano se declaró en “Estado de Guerra” contra la Alemania nazi y los otros dos integrantes del “Eje”.”[16]
El hotel Rheinhotel Dreesen en la localidad de Bad Godesberg, el cual estaba destinado para varios diplomáticos detenidos, entre los que destacaban también los de Suecia. Ahí a los mexicanos no se les reconoció su calidad de diplomáticos prisioneros, pero se les trató con alguna consideración. De la delegación mexicana se contaron 43 detenidos ahí, entre ellos nuestro personaje con su esposa y tres hijos.
Entre las más llamativas peculiaridades de esa prisión diplomática, además de ser de lujo, cabe interpretar esa ubicación como una fachada y “escudo humano”. Por extraño que parezca en el mismo hotel de lujo en que estaban detenidas algunas delegaciones diplomáticas en el interior de Alemania, ya que en ese sitio en ocasiones se hospedó el mismísimo Adolfo Hitler.
A pesar de ciertos privilegios y consideraciones de ese cautiverio, la incertidumbre e incomunicación era constante. El ambiente de zozobra y privaciones de la guerra era patente, por ejemplo, desde ese hotel se alcanzaban a ver las explosiones de bombardeos sobre zonas industriales vecinas, conforme avanzaba la Guerra Mundial y cambiaba la fortuna militar.

Liberación y regreso

A principios de 1944 prosperó la gestión de México para obtener la liberación de sus ciudadanos confinados en Bad Godesberg. La negociación condujo hacia un intercambio de prisioneros y, en abril de 1944, regresa completa la delegación mexicana, canjeada por prisioneros alemanes en nuestro país. En un comentario, Bosques estimó que fueron permutados en relación de 12 alemanes por 1 mexicano.
En su regreso a México, toda la delegación mexicana fue aclamada por sus nobles acciones. Los miles de refugiados que habían salvado y recuperado sus propias vidas tuvieron ocasión de agradecer, como lo testimonian miles de cartas, diplomas y homenajes al diplomático y sus colaboradores.  
En un discurso, al regresar Gilberto Bosques Saldívar declaró: “Hice la política de mi país, de ayuda, de apoyo material y moral a los heroicos defensores de la república española, a los esforzados paladines de la lucha contra Hitler y contra Mussolini y contra Franco y contra Pétain y Laval. Si en la interpretación de la actitud gallarda y trascendente de México me excedí en mis atribuciones reglamentarias, estoy dispuesto a arrastrar las consecuencias y la sanción que proceda. No lo creo.”[17]
En retrospectiva, las sucesivas designaciones de Gilberto Bosques Saldívar como embajador en varios países provoca la impresión de una larga gira triunfal, bien recibida y hasta aclamada en los países receptores; la cual, en cambio pasó casi desapercibida por sus compatriotas. Después, tuvo la fortuna de una larga vida, contada en más de cien años, rodeado de afecto familiar, amistades y reconocimiento internacional, en especial, con la gratitud de decenas de miles de personas salvadas de las garras del fascismo. Falleció a los 102 años el 4 de julio de 1995 en la Ciudad de México.

LUCES DE INTERÉS

A continuación marco algunos destellos interesantes sobre las dificultades y logros del periodo de Gilberto Bosques en Francia y su prisión en Alemania.

¿Cuántos refugiados fueron salvados?

De acuerdo con Gérard Malgat "es difícil precisarlo", pero gracias a su investigación en los archivos personales del diplomático: Bosques firmó cerca de 30 mil visas y es posible estimar que cerca de 80 mil personas recibieron el documento migratorio que autorizaba su entrada a México, pero no fueron más de 20 mil las que pudieron efectivamente emigrar por vía directa. El registro de pasajeros de los barcos fletados bajo la organización de SERE y JARE, queda en 9,824 según una fuente detallada[18], ese fue el medio de salida de los barcos más grandes aunque ese no fue el único procedimiento de escape, ya que existieron rutas indirectas de salida por Lisboa, Argel y Marruecos patrocinadas por la embajada mexicana. La cifra más común que se maneja de vidas salvadas durante su odisea se suele estimar entre 40 y 45 mil.

Periodo del arribo de barcos a México

En el periodo que abarca del 7 de junio de 1937, año de llegada de los célebres “niños de Morelia”, un grupo de 461 niños españoles —la mayoría huérfanos a raíz de la guerra civil en su país y que fueron radicados en la capital michoacana— y hasta finales de 1942. Fue entonces cuando llegaron a México los refugiados, la mayoría de ellos españoles, aunque había también judíos, libaneses y gente de otras nacionalidades que escapaban de la guerra.

Otros países embarcando refugiados

Con recursos más limitados, otros países contribuyeron al rescate de españoles. Se recuerda la contribución de Chile, con la participación del poeta Neruda, y el fletamento del barco Winnipeg. Pablo Neruda escribió: “Que la crítica borre toda mi poesía, si le parece. Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie.”

Gilberto Bosques representante de la masonería mexicana

 Siendo cónsul, Gilberto también está adscrito a la masonería. “En mayo de 1939, la Gran Logia Valle de México le pide a Gilberto Bosques que la represente en Francia”[19] y además la francmasonería francesa forma un comité de ayuda, en especial alarmado por la intención de Francisco Franco para asesinar a los masones españoles.

NOTAS:

[1] Comisión de Derechos Humanos del D.F., “Gilberto Bosques Saldívar”, México, p. 41. Incluso ganó la elección para el Constituyente de 1917 pero por su edad resultó no elegible y debió esperar un tiempo más para contender y obtener su primera diputación en su estado natal.
[2] Gilberto Bosques, Historia Oral de la Diplomacia Mexicana, Ed. Secretaría de Relaciones Exteriores, México, 1988, p. 38, citado por Antonio Pérez Manzano, DON GILBERTO BOSQUES. DIPLOMACIA DIGNA Y HUMANITARIA, Revista de la Asociación de Diplomáticos Escritores, Núm. 10, México, 2004.
[3] MALGAT, Gérard, Gilberto Bosques, la diplomacia al servicio de la libertad (1939-1942).
[4] Antonio Pérez Manzano, “Don Gilberto Bosques. Diplomacia digna y humanitaria”, Revista de la Asociación de Diplomáticos Escritores, Núm. 10, México, 2004.
[5] KIESSLING, Wolfgang, "...Quien tanto hizo por nosotros", p. 341.
[6] MALGAT, Gérard, Gilberto Bosques, la diplomacia al servicio de la libertad (1939-1942), p. 72.
[7] Gilberto Bosques, Historia Oral de la Diplomacia Mexicana, Ed. Secretaría de Relaciones Exteriores, México, 1988, p. 54.
[8] Gilberto Bosques, Historia Oral de la Diplomacia Mexicana, Ed. Secretaría de Relaciones Exteriores, México, 1988.
[9] MALGAT, Gérard, Gilberto Bosques, la diplomacia al servicio de la libertad (1939-1942), p. 89.
[10] MALGAT, Gérard, Gilberto Bosques, la diplomacia al servicio de la libertad (1939-1942), p. 104. Recibe el encargo directamente del Presidente Cárdenas.
[11] Por si faltaran dificultades, en esa negociación debemos notar que el Gobierno mexicano apuntó su simpatía hacia De Gaulle y su Francia libre en el exterior, por lo que reconocía abiertamente y daba apoyo material al antagonista de Pétain.
[12] En la Conferencia de la Habana de julio de 1940, el gobierno de México solicita abiertamente barcos a las naciones latinoamericanas, sin obtener respuestas favorables. MALGAT, Gérard, Op. cit. P. 139.
[13] MALGAT, Gérard, Gilberto Bosques, la diplomacia al servicio de la libertad (1939-1942), p. 288.
[14] Tomado de la página http://holocaustoenespanol.blogspot.mx/2009/11/gilberto-bosques-saldivar-el-schindler_20.html. A su vez, parece resumen de Gerard MALGAT.
[16] Antonio Pérez Manzano, “Don Gilberto Bosques. Diplomacia digna y humanitaria”, Revista de la Asociación de Diplomáticos Escritores, Núm. 10, México, 2004. Dice “llevándolos en calidad de prisioneros a un hotel de Bad Godesberg, cercano a la ciudad de Berlín (SIC)”. Eso es una errata, lo correcto es junto a la ciudad de Bonn.
[17] Gilberto Bosques Saldívar, "Regreso de Europa", discurso pronunciado ante diputados de la xxx Legislatura Federal en la Ciudad de México en 1944, en Artículos, conferencias y discursos, Puebla, H. Congreso del Estado de Puebla, LII Legislatura, s/f, p. 334.
[18] Vázquez Hernández, Aurelio, “La diplomacia mexicana: ¿agente al servicio del exilio español?”, Revista HAOL, Núm. 22 (Primavera, 2010), 7-17.
[19] MALGAT, Gérard, Gilberto Bosques, la diplomacia al servicio de la libertad (1939-1942), p. 79.