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miércoles, 27 de febrero de 2013

JOSÉ VASCONCELOS NACIONALISMO CULTURAL: UN RESUMEN


  
                            Por Carlos Valdés Martín





Esta es la primera parte del texto "JOSÉ VASCONCELOS: FUNDADOR DEL NACIONALISMO CULTURAL" parte del libro Las aguas reflejantes, el espejo de la nación. Subido al blog en el aniversario del nacimiento de Vasconcelos. 
La obra cultural intelectual y práctica de Vasconcelos cierra el periodo violento de la Revolución Mexicana. La caída de régimen profirista había dejado en crisis el proyecto nacional. El papel que tendría la cultura en la integración nacional no estaba resuelto. Vasconcelos fue un pensador audaz que avanzó enfrentando los problemas candentes. Cuando no estaba definido el modo de ligar la tradición, la lengua, el arte y la política él presentó soluciones. La calidad teórica de su obra intelectual no está a la gran altura de sus resultados prácticos. Pero sus postulados de la cultura nacionalista son fundadores, son la referencia obligada hasta nuestros días, y sus obras son la materia sobre la que se interpreta lo que es la cultura nacional mexicana.
Preparación en la tormenta
En pleno apogeo del porfirismo, en 1907 Vasconcelos terminó sus estudios de licenciatura, y presentó en su tesis temas que le acompañarán durante toda la vida, como la energía, la individualidad y el anticolonialismo [1]. El inicio de su carrera como abogado, en un sentido comercial, parecía muy prometedor. Pero el temperamento personal lo predisponía a embarcarse en una empresa más trascendente, que una  carrera de negocios. En 1908 Francisco I. Madero le hizo la invitación de unirse al movimiento antirreleccionista, donde participar políticamente le ofrecía la perspectiva de cumplir con una gran misión, y Vasconcelos aceptó. Al mismo tiempo, se involucra en la actividad cultural de la generación del Ateneo de la Juventud, donde expresó su tendencia ideológica que rechazaba el positivismo dominante en la sociedad porfiriana. Contra el racionalismo frío de los positivistas opuso las visiones de la intuición, el sentimiento y el espíritu.
Su participación política es muy activa dentro del Partido Antirreleccionista de la Ciudad de México. Debido a ello, antes de las elecciones de 1910, es perseguido por la policía, y se ve obligado a huir a San Luis Potosí y luego se exilia en Nueva York. En Washington permanece durante el movimiento armado en calidad de diplomático del bando rebelde.
Cuando triunfa Madero, él regresa de su exilio norteamericano y continúa en la actividad política, pero no acepta ningún puesto público. Ganó mucha influencia y prestigio personal en el terreno político y cultural. "Era el intelectual oficial, el defensor periodístico de Madero contra la vieja guardia de intelectuales porfiristas"[2](2). Su empeño principal se dirige hacia la cultura. Prácticamente lidera al Ateneo de la Juventud, que en 1912 se convierte en una agrupación nacionalista. El Ateneo con nuevos aires agrupó a una pléyade de pensadores y artistas dedicados a una tarea central, ajustada a la orientación nacionalista de Vasconcelos, que era lograr "la rehabilitación del pensamiento de la raza"[3](3). El Ateneo funcionó como un ministerio de la cultura extraoficial. En ese periodo se inició la gran tarea de una cultura nacional y también se preparó el mito verdadero de José Vasconcelos como el apóstol de la cultura.
En política su orientación era la mística liberal republicana del maderismo, que había iniciado el derrumbe del antiguo régimen, y que fue sobrepasada por la nueva etapa de la lucha armada. En la segunda fase del movimiento armado la mística liberal fue sustituida por la visión populista, porque la pequeña burguesía dirigente era impotente sin el apoyo de las masas y se dedica a seducirlas para triunfar. Pero en el populismo político Vasconcelos ve aterradores peligros, lo interpreta como el salvajismo indígena dispuesto a saquear a la civilización, como el regreso del canibalismo de los aztecas. No por esto la idea nacionalista vasconceliana excluye al indígena de la comunidad mexicana, no se trata de marginar más a los sectores históricamente marginados, sino que trata de integrar, su tentativa  pretende "despertar el alma de la nación o crearle un alma a la pobre masa torturada de mexicanos"[4](4). Esa propuesta permite la integración de la obra de Vasconcelos con sus rivales políticos populistas.
Tras la caída del huertismo, Carranza llama a Vasconcelos para ocupar el cargo de director de la Escuela Nacional Preparatoria. A las pocas semanas lo cesan pues se niega a pronunciarse en contra de Villa y Zapata. Es encarcelado por los carrancistas y rápidamente escapa a Aguascalientes, donde se integra al villismo, que no le agrada mucho, pero él estimó que proponía ciertas reformas democráticas.
Durante el efímero gobierno de la Convención de 1915 se integra al gabinete de Eulalio Gutiérrez como el ministro de Educación Pública. Mas ese breve gobierno resulta casi una ficción, pues no tiene capacidad de mando sobre los jefes militares campesinos. Muy pronto el gobierno convencionista, de pretensiones liberales, se distancia políticamente de los caudillos militares del agrarismo. Consecuencia de ello es una situación insostenible en la que los convencionistas terminan huyendo hacia el Norte perseguidos por todas las facciones armadas en pugna. Vasconcelos pierde transitoriamente las esperanzas en la lucha política y se retira a la vida privada.
Su nuevo exilio de 1916 a 1919 fue el respiro adecuado para escribir las obras donde fija nítidamente una posición anticolonialista, plataforma de la generación de una nueva cultura mexicana. Sus ideas fueron sembradas en terreno fértil. "Tuvieron éxito inmediato (...) en los argumentos y en el impulso que dieron a toda la corriente cultural anticolonialista iberoamericana"[1](5). Entre sus tesis de mayor repercusión en ese momento encontramos las siguientes: 1) Rechazo cabal de Europa como modelo histórico a seguir. Toma en serio la llamada "decadencia de Occidente", pero ante el declinar europeo no busca mejorar el legado occidental, sino que pretende una alternativa. Esa alternativa se remonta a los orígenes bárbaros de Grecia y la India. 2) Rechaza la cultura mundial predominante que se expresaba en las corrientes del positivismo, determinismo, evolucionismo social, y pragmatismo, es decir una retahíla de optimismo burgués. Al mismo tiempo, Vasconcelos rechaza los diversos socialismos, que en ese momento presentaban un gran auge. Acude a otra fuente cultural burguesa, que se expresaba en las corrientes de los intuicionistas, irracionalistas y espiritistas. Aunque esa fuente a la que nos referimos es una amalgama compleja que incluye tanto tendencias de reacción (espiritualismo), como a la critica (Nietzsche), a la afirmación del orden presente (Bergson) o la búsqueda de modelos muy ajenos a su realidad inmediata (la Antigüedad). 3) La interpretación de la barbarie se vuelve más compleja, adoptando un doble sentido. A la barbarie interpretada como la brutalidad de los pueblos atrasados se agrega el sentido positivo, que proviene del rasgo dionisiaco, el vasto territorio de la vitalidad no racional, que Nietzsche interpretaba como fuente de lo sobrehumano. 4) La impureza racial, el mestizaje se convierte en una virtud. Vasconcelos afirma que solamente las razas mestizas son capaces de grandes creaciones. Es un racismo que niega el racismo ordinario, pues no busca purgar al mundo de ciertas pieles malditas, sino que pretende la unión de razas, no plantea excluir sino universalizar. 5) Crea una utopía de la nueva sociedad, donde el ímpetu espiritual no esté subordinado por la organización utilitaria y pragmática. 6) Plantea un ideal de nuevo individuo, ajeno a la mentalidad del empresario y del positivista porfiriano, promoviendo la entrega personal a una gran hazaña heroica. 7) Su visión de la historia humana es de una gigantesca lucha de hechos, símbolos y categorías culturales, donde se excluye lo económico y en esa medida lo social. 8) La tarea del intelectual es la de un sacerdote del espíritu. Deberá presentar mitos, como el de Quetzalcóatl, y efectos estéticos, como el muralismo, apelando al fondo emotivo de las personas. 9) La tarea intelectual debe culminar en una síntesis cultural que abarque cada aspecto y permita realizar una filosofía iberoamericana, un sistema que organice e impulse el pensamiento de la raza.


NOTAS:

[1] BLANCO, José Joaquín, Se llamaba Vasconcelos, Ed. FCE p. 41.
[2] Ibid., p. 55.
[3] VASCONCELOS, José, Ulises criollo, Ed. Botas, p. 320.
[4] VARIOS, Breve historia de México, Ed. Colegio de México, p. 426.

viernes, 22 de febrero de 2013

RESUMEN DE LA TOTALIDAD CONCRETA DE KOSIK EN EL CURSO DEL MARXISMO




Por Carlos Valdés Martín

Segunda parte y última del texto titulado "ESTIMACIONES SOBRE LA “DIALECTICA DE LO CONCRETO” DE KOSIK"


3) La cosa misma conocida por la ciencia (El camino más corto = Descartes, el camino imposible = Kant, el camino histórico-espiritual = Hegel, el camino revolucionario = Marx) y la destrucción de la pseudoconcresión.
Podemos caracterizar a la ciencia como un discurso de saber en primer grado, es decir, una descripción bajo reglas (a su vez definidas como científicas) sobre un objeto al cual se estudia directamente, sobre todo, como lo muestran las ciencias experimentales. Por otra parte la filosofía,  desde su lado, se muestra como un saber humano de segundo grado, especialmente en algunas especialidades como la epistemología, ya ocurre espontáneamente un desdoblamiento. En epistemología, usamos un conocimiento que estudia a un conocimiento, es una operación de regreso y autoconocimiento. ¿Dónde está el problema en este doble grado del discurso epistemológico y de otros similares? Que al ser un espejo doble, cada interpretación es un cambio del referente, y existe la posibilidad de un desplazamiento sin fin (luego un conocimiento de la epistemología que ya es una potencia cúbica).
Recuperando a Marx, tenemos su afirmación “ser radical es aferrar  las cosas por la raíz, pero la raíz del hombre es el hombre mismo”[1] Un filósofo inteligente se da cuenta y observa la paradoja implicada en esta temática y enfoque. Y habiendo problema se ofrece solución, y las marxistas fueron la unidad de teoría y práctica revolucionaria, la unidad de teoría de la liberación y de sujeto revolucionario, que en el extremo Lukács la denominó la identidad del marxismo con el proletariado revolucionario[2]. Sin embargo, con esta solución desaparece “la cosa misma”, y sobre este tema Kosik plantea que no hay tal problema, al menos para la filosofía marxista.
Superando la ingenuidad de un camino inmediato entre la conciencia y la cosa misma, sin embargo, Kosik promete un “rodeo” corto o acotado, establecido en la filosofía marxista misma. Para Descartes sí existía un camino casi directo entre la razón y la cosa, porque la evidencia de ideas claras y distintas simplemente se articula mediante la razón para alcanzar las verdades; de hecho este sería una especie de “el camino más corto posible” entre el sujeto pensante y la verdad contenida en la cosa misma. Difícil imaginar un camino más breve y aceptable a la razón que el propuesto por Descartes, pues vía más corta correspondería a una iluminación o descenso de fuerzas divinas que impelen sabiduría, pero dejemos esa hipótesis escabrosa. En cambio, para Kant, el camino crítico concluye en un “callejón sin salida” pues resulta imposible alcanzar a la cosa misma, porque el fenómeno se interponte ante el fenómeno, entonces se cancela la propuesta de una verdad completa. Este camino, por una senda crítica nos ofrece una parcela de verdad, arduamente conquistada a partir de una clarificación filosófica. Por su parte, Hegel propone un camino complejo y elegante, que aquí lo denominamos histórico espiritual, pues ofrece algunas ventajas que resultaría largo exponer, por eso lo mencionamos por su importancia pero sin exponer[3].  Finalmente, Marx ofrece una vía diferente, con una característica semi-inédita en la historia de la filosofía por su radicalismo militante y su estricto apego al materialismo. Este camino implica una construcción de sujeto (a nivel social, grupal e individual) y una práctica para la creación de la verdad (el criterio de la práctica tamizado por la teoría, que lo expuso para el campo filosófico Engels, semejando identidad con la operación de la ciencia natural[4]).
Parece que Kosik sigue a Marx enteramente en la integración del discurso filosófico, sin embargo, se engarza dentro de una paradoja trágica de la historia reciente. Él era un intelectual bajo un régimen que decía seguir al marxismo como doctrina oficial, y sus teorizaciones de seguidor fiel se convierten en una crítica desafiante implícita. Recordemos que el discurso crítico revolucionario de Marx se creó en confrontación con el régimen capitalista del siglo XIX en proceso de mundialización, es decir, cuando el capitalismo se perfeccionaba en su rol del sistema dominante a nivel planetario. Ahora bien, Kosik mediante su discurso también crítico, efectúa un enfoque más general sobre el mundo que se interroga. De tal manera, Kosik no se delimita a cuestionar el capitalismo (realidad que le aparecía fuera de su país) sino que critica “el mundo de la pseudoconcresión”. Y ese “mundo de la pseudoconcresión” nos parece bastante abarcante, y perfectamente se aplicaría al régimen supuestamente socialista de la República Popular de Checoslovaquia. Este  “mundo de la pseudoconcresión” abarca para Kosik: El mundo de los fenómenos externos, las apariencias; el mundo del traficar y manipular, es decir la práctica fetichizada[5]; el mundo de las representaciones comunes nacidas de esa práctica fetichizada, es decir, la ideología; y el mundo de los objetos fijados, donde parecen naturales las realidades que son eminentemente sociales. Esta visión de que el “enemigo a vencer” es el “mundo de la pseudoconcresión” está perfectamente cercana a las interpretaciones del joven Marx, del joven Lukács, el existencialismo, etc. [6]. Significa que el reto a vencer por la filosofía es el amplio campo que se denomina la enajenación. Resulta significativo, que el filo de la diatriba es por completo pertinente en contra de los regímenes de partido de Estado, donde la política se convierte en medio utilitario que domina a la población; convirtiéndose el Estado en un ídolo enajenado que oprime al pueblo (básicamente proletario), mientras gobierna en su nombre.  
De este “mundo de la pseudoconcresión” para Kosik se debe efectuar una doble destrucción: una teórica y otra práctica. La destrucción teórica es la cumplida por el mismo Kosik al ofrecer una obra de teoría. Desde el punto de vista teórico, ese “mundo de la pseudoconcresión” muestra los siguientes escollos o “materiales brutos” para la superación teórica: fenómeno, apariencia, apariencia externa del fenómeno, conciencia superficial, representaciones elaboradas a partir de apariencias, falsa conciencia, aspectos aislados, fijaciones sin movimiento, sistematización de las apariencias o ideología[7], etc. Ese conjunto es la tarea para superar del “mundo de la pseudoconcresión”, sin embargo, su visión tiene un lado práctico, como en Marx, así, le parece que “la destrucción de la pseudoconcresión, como método dialéctico crítico (…) para alcanzar la realidad, es sólo el segundo aspecto, el reverso de la dialéctica como método revolucionario de transformación de la realidad.”[8] En el original se subraya esto de  que se ofrece un “método revolucionario de transformación de la realidad”, ya que en ese nivel acontece la novedad de la propuesta (desde Marx), la bandera y el grito de batalla del movimiento revolucionario del siglo XX[9]. Ahora bien, tenemos dos partes: la crítica teórica y la crítica práctica proponiendo un maridaje perfecto un matrimonio ideal; lo cual nos susurra las noticias de los cuentos de hadas de princesas y príncipes azules, sobre un ensamblaje perfecto de principio a fin. Reconozco que la mera referencia a parejas de príncipes de la imaginación infantil ya ofrece una rudeza auto-crítica ¿dónde existe el reino de la perfección? ¿dónde acontece la no-contradicción? Para empezar, el matrimonio entre la teoría y la práctica revolucionarias se debería probar, y más bien se aceptaba como un principio, cuando la práctica histórica muestra más reiterado el desencuentro total entre teoría y práctica[10]. De alguna manera el discurso vigoroso e inteligente, procura probar esta unidad, pero lo toma por ya probado, y así únicamente teje sobre la unión de estos dos ámbitos, sin establecer el maridaje específico (el marxismo con el proletariado revolucionario), ya que el discurso crítico de Kosik lo lleva hacia un nivel más elevado. Por ejemplo, reitera de varias maneras que el hombre “a la realidad humano-social puede cambiarla revolucionariamente, pero sólo porque él mismo ha producido esta realidad.”[11] También, vemos la unidad en que “El mundo de la realidad (…) es un proceso en curso del cual la humanidad y el individuo realizan su propia verdad, esto es, llevan a cabo la humanización del hombre”[12]. La teorización y la práctica están engarzados en este “curso” donde la acción se convierte en verdad[13]. En la modalidad de una tesis abstracta, a veces esto sucede, pero parece predominar la negación de tal “evento”, por cuanto se realiza el proceso precisamente contrario, digamos en el lenguaje de Kosik que la “pseudoconcresión” deviene en verdad (aparente) y separa al sujeto (individuo o sociedad) de su verdad. De hecho, la historia muestra una tendencia al regreso de la pseudoconcresión (incluso bajo la bandera del marxismo, entre otras paradojas) y muestra que la actividad teórica y educacional resulta el ingrediente indispensable, cuestión que le resulta clara para Kosik cuando indica que “la realización de la verdad y la creación de la realidad humana es un proceso ontogénico, ya que para cada individuo humano el mundo de la verdad es , al mismo tiempo, su propia creación espiritual como individuo histórico-social.”[14] En definitiva, lo des ventajoso es la generalización excesiva sobre esta unidad de operación entre la conquista de la verdad y las de una práctica social. Una parte de esta afirmación resulta esencial, ya que el mundo ha cambiado y sigue avanzando, y en tal proceso, la vanguardia (real no la autoproclamada) opera en la parte más fina del pensamiento, justamente en la vanguardia intelectual, en el descubrimiento del saber[15].

4) Las virtudes de la totalidad y su estructura esencial.
Vale mucho la pena rescatar este tema de la totalidad y su correcto abordamiento, tratado por Kosik con la brillantez de lo simple en apariencia y la precisión del cirujano. Resulta de doble importancia, ya que comprender la totalidad es clave para interpretar los “sistemas complejos”[16] que vuelven a la moda intelectual. Este tema de la totalidad, durante tantos siglos relegado como una especialidad misteriosa de los filósofos, sin atención del resto de los pensadores, últimamente regresó como una estrella del escenario intelectual bajo la etiqueta de “pensamiento sistémico”. Casi siempre los seguidores de la corriente sistémica desconocen el amplio legado de la filosofía clásica y en particular de la corriente marxista más avanzada, y cuando lo conocen quizá lo estimen demasiado encriptado para mostrarlo al amplio público. En la filosofía clásica el gran ídolo de la totalidad desplegada, si duda, debe ser Hegel, y de éste abrevaron Marx y Engels directamente. Para el método exigente de Hegel únicamente la totalidad conduce a la verdad, pues las partes son como un engaño mientras no aparezcan integradas al despliegue de la totalidad en movimiento[17].
La corriente marxista rescató esta visión global y procuró convertirla en radicalmente materialista. En este entronque de una larga tradición, Kosik incluso considera ya la sutileza para integrar una “totalidad concreta”, que contenga simultáneamente un concepto fino, filoso y realista. Por ejemplo indica: “Reunir todos los hechos no significa conocer la realidad y todos los hechos (juntos) no constituyen aún la totalidad”[18], y también indica que son trivialidades de método el anotar “que todo está en conexión con todo y que el todo es más que las partes”[19]. Estas dos indicaciones negativas de Kosik sobre la insuficiencia de reunir hechos y la insuficiencia de contener una vaga conciencia de todo, nos indica que busca un concepto más preciso de la totalidad, para colocarle el calificativo de “concreta”, entonces su término es unido así “totalidad concreta”. En este tema, Kosik se desenvuelve con maestría y nos regala varias claves sobre el abordamiento adecuados y el equivocado en el tema de la totalidad concreta. Sobre la fuente de las equivocaciones en el tema de la totalidad recordemos que se podía nutrir con una amplia literatura marxista dogmática[20], a la cual ataca pero casi no menciona por obvia precaución. Respecto de la fuente de abordamientos correctos, en mi opinión retoma las finas cavilaciones de Lukács, junto con las creaciones originales de Marx y Engels.
Para el abordamiento correcto de la totalidad concreta ofrece varios criterios metodológicos, entre los cuales destacan los siguientes:
n  Concreción de la totalidad. Como la parte remite al todo, al conocerla se va determinando el todo. Las partes siempre se iluminan y remiten hacia el conjunto, por tanto el fondo las ilumina, la remisión les da sentido, sin embargo, la partes es contributoria, ofrece resignificaciones hacia una totalidad comprendida.
n  Dinámica de la totalidad. La parte está en movimiento y también el todo, solamente viendo genéticamente y en movimiento se capta la realidad. La totalidad es genética, posee origen y curso, se mueve en los ejes del tiempo[21].
n  Esencia de la totalidad. Partiendo de la apariencia se alcanza la esencial, y la esencia explica la apariencia, finalmente el saber es la unidad de ambos. Alcanzar la esencia no es reducir el pensamiento, se revela una dialéctica permanente entre apariencia y esencia[22].
n  Integración de las contradicciones en la totalidad, los opuestos y elementos en conflicto forman la totalidad, resultan indispensables en su creación constante[23].
n  Estructura y jerarquía de la totalidad. Las relaciones de una totalidad no son simples agregados mecánicos, sino relaciones estructurales con jerarquía internas.
n  Captación de diferentes dimensiones de la totalidad. La totalidad se capta en diferentes niveles de realidad, por ejemplo su nivel físico es muy diferente del social, y en cada uno se descubren conjuntos de leyes operativas.
n  Subjetividad del conjunto social. Ver la parte junto con el proceso implica descubrir el sujeto en acción, descubrir al productor de su realidad[24].

Asimismo, Kosik ofrece una síntesis de las tres principales modalidades generales de definición de la totalidad en la historia de la filosofía:
n  La totalidad atomístico-racionalista desde Descartes a Wittgestein, donde la totalidad se obtiene por la agregación de los hechos más simples (en general correspondiendo con la perspectiva las ciencias naturales).
n  La totalidad organicista y la organicista-dinámica la cual afirma la prioridad del todo sobre las partes, formalizando el todo, como en Schelling y Spann (Spinoza y seguramente en gran parte del estructuralismo como en la primera etapa de Foucault[25], y convendría agregar a las versiones dogmáticas del marxismo).
n  La totalidad dialéctica que concibe la realidad como un todo estructurado que se desarrolla y crea, a la cual se adscriben Heráclito, Hegel, Marx y el propio Kosik.

Asimismo, se podría agregar para redondear la historia de la filosofía, las concepciones donde existen serios problemas para visualizar la importancia del todo, entre las cuales la totalidad queda fuera del concepto teórico (Hume y el empirismo, Nietszche y las variedades de irracionalismo), y aquéllas donde resulta irresoluble (Kant).
Ahora bien, el conocer perfectamente un método no significa que se vaya a sustituir la investigación directa. En esto hace énfasis también Engels cuando no acepta que se configure una filosofía separada de la investigación científica[26]. Entonces no bastan las mejores precauciones metodológicas sobre las relaciones posibles entre la parte y el todo, cuando la investigación obliga a modificar hipótesis.

5) El fruto del árbol (conclusión)
Como indicaba Hegel, la fuerza del espíritu se manifiesta por su exteriorización. En este caso me pregunto ¿cuánto saber histórico concreto se ha desplegado a partir de tantas consideraciones metodológicas tan brillantes de Kosik? En definitiva existe una escuela de pensamiento marxista de economía, política, historia y ciencia social, sin embargo, en el curso del pensamiento del siglo ha operado como una sección especializada, más bien como una especialización de la perspectiva histórica y política. Fuera de ese campo acotado su fulgor metódico casi no da frutos ni se expande. Incluso, el avance de tales conocimientos especializados no resulta demasiado alentador, si nos atenemos al detallado y erudito recuento de Perry Anderson, quien efectúa un preciso balance de la evolución secular del campo marxista[27]. Esto quiere decir, que existiendo una visión tan completa y elegante del fundamento filosófico de la totalidad, su posible utilidad intelectual ha resultado truncada, la plataforma de lo general (la teoría de la totalidad misma) no alcanza el suelo de la investigación particular.
La historia personal de Kosik resulta también aleccionadora en ese sentido, pues fue perseguido político y condenado al silencio por un régimen autoritario que se suponía fundado en el marxismo, la misma filosofía que utiliza nuestro autor con tanta maestría. Asimismo, su aportación personal permaneció confinada a un selecto grupo, con una inclinación política muy marcada, en cambio para el grueso de la academia y el gran público ha permanecido como un autor inaccesible. Con el renacimiento del interés por los temas de la totalidad, manifiestos en la corriente del “pensamiento sistémico” resultará enriquecedor vincular este tipo de pensadores de tema filosófico para unirlos con el nuevo interés hacia los conjuntos mediante los sistemas complejos[28]. Posiblemente, en el presente este tipo de reflexiones sobre la totalidad encuentren un ambiente propicio para integrarse al tronco central del pensamiento, enriqueciendo la gran obra intelectual por venir. Es decir, el fruto del árbol de Karel Kosik permanece en maduración lenta, cual vino añejo y fermentando lentamente bajo las alas del búho de Minerva, el cual solamente levanta el vuelo al atardecer. Quizá se acerca la estación para brindar con este vino del estío. 

NOTAS:

[1] MARX, Karl, Manuscritos económico-filosóficos de 1844.
[2] LUKACS, Georg, Historia y consciencia de clase. Solución bastante criticada por sus adversarios de izquierda tildándolo de una desviación tipo hegeliana.
[3] Hegel, desde la Introducción a la Fenomenología del Espíritu ofrece una superación al callejón sin salida del nóumeno de Kant, al indicar que el espíritu mismo hace la distinción, entre la cosa fenomenológica y la cosa en sí.
[4] El tema se ha discutido, algunos han cuestionado la falta de dialéctica de Engels y otros la han alabado. Cfr. ENGELS, Friedrich, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana.
[5] Cf. Especialmente MARX, Karl, El capital, Tomo I, capítulo I, “El fetichismo de  la mercancía”
[6] Cf. Especialmente MARX, Karl, Manuscritos económico-filosóficos de 1844; LUKACS, Georg, Historia y conciencia de clase; SARTRE, Jean Paul, La crítica de la razón dialéctica; MÉZSAROZ, István, La teoría de la enajenación en Marx.
[7] También típico del enfoque de Marx y Engels perforar el conjunto de ideas falsas, designadas con el neologismo del siglo XIX, de “ideología”, que sería interpretada como el conjunto de falsas impresiones creadas por un ambiente. Cfr. La ideología alemana.
[8] KOSIK, Karel, op cit., p. 35
[9] Estimo que filosofía racionalista presenta un corolario hacia el cambio del entorno, la diferencia es que algunos eran cautelosos o no observaban una entidad social, así Descartes culmina su especulación proponiendo cambiar el alma, dominando las pasiones y Espinoza domeñar la ética. Cfr. DESCARTES, René, Las pasiones del alma. Sin embargo, la tradición marxista creyó que los autores previos manejaban una teoría en esencia pasiva hacia el entorno. Cfr. LUKÁCS, Georg, Historia y consciencia de clase.
[10] Por ejemplo, León Trotsky en La Internacional Comunista después de Lenin hace el cruel recuento de la bancarrota teórica y la traición sistemática dentro de movimiento comunista desbarrancado bajo el control de la burocracia de Moscú, con acciones siniestras de persecución y asesinato de los mismos militantes revolucionarios, así como la destrucción del movimiento obrero. Más reciente el recuento de Fernando Claudín en La crisis del movimiento comunista.
[11] KOSIK, Karel, op cit., p. 35
[12] KOSIK, Karel, op cit., p. 36.
[13] Debo anotar que el anhelo de la “verdad” está presente como ideología literaria en Maximo Gorki cuando plasma su obra La madre, retrato de la causa comunista. Ese “deseo de verdad” formó parte integral de la variedad rusa del marxismo. Resulta curioso que la degradación del marxismo por el estalinismo haya sido tan eficaz para levantar la mentira oficial como su divida, por ejemplo, reescribiendo la historia cuantas veces fuera necesario para complacer a la cúpula dirigente. Cfr. MANDEL, Ernest, Preguntas y respuestas sobre la historia del Partido Comunista de la URSS.
[14] KOSIK, Karel, op cit., p. 36. Con lo cual asume parte del programa del racionalismo, cuando asume que la razón individual faculta a cada quien a conocer la verdad, aunque algunas variedades de marxismo restringen esto a una clase elegida y otras a la élite política que asume la posición política correcta o conoce la obra de Marx. Por ejemplo, Lukács argumenta la relación entre el punto de vista proletario y la actualidad de la revolución (el hoy del siglo XX como la época revolucionaria por excelencia), en Lenin la coherencia de su pensamiento.
[15] La explicación de Alvin Toffler en El cambio del poder se dedica a explicar el papel crucial del conocimiento en la nueva estructura del poder que desplaza a la violencia o al capital como las fuentes últimas.
[16] De hecho, uno de los adalides de la complejidad, Edgar Morin, proviene de la corriente marxista.
[17] Cfr, GWF HEGEL, Enciclopedia de las ciencias filosóficas.
[18] KOSIK, Karel, op cit., p.55.
[19] KOSIK, Karel, op cit., p. 54.
[20] En el periodo estalinista, cundió la costumbre de elaborar “manuales” para el tratamiento exhaustivo de problemas, que para los temas del marxismo resultaban recopilaciones, donde el agregado sustituye a la comprensión y la propaganda grosera arruina la interpretación, un ejemplo Manuel de Economía Política de P. Nikitin “La teoría económica marxista-leninista se desarrolla con espíritu creador en las
resoluciones del Partido Comunista de la Unión Soviética, de los partidos comunistas y
obreros de otros países y en las obras de los discípulos de Lenin”, p. 7. Mueve a risa la pretensión de que la ciencia económica avanza con las “resoluciones” de un congreso de un partido; pero esas palabras eran obligatorias y se perseguía a quien las ignorase. Por ejemplo, una afirmación lúcida Kosik golpea ese tipo de propaganda: “La falsa totalización y síntesis se manifiesta en el método del principio abstracto, que deja de lado la riqueza de la realidad (…) El principio abstracto elevado al rango de totalidad, es una totalidad vacía, que trata a la riqueza de lo real como un ‘residuo’ irracional e incomprensible” KOSIK, Karel, op cit., p.71.
[21] En su origen el marxismo presumió ante el resto del pensamiento de su capacidad para avanzar, mientras el “pensamiento burgués” les parecía detenido, por ejemplo, la llamado padre del marxismo en Rusia, a Pléjanov en El papel del individuo en la historia y La concepción materialista de la historia de Carlos Marx.
[22] Si bien, la esencia proviene desde la temática idealista de la filosofía, donde el mundo ideal es la esencia para Platón, el término lo conserva Marx, para comprender la esencia de la sociedad capitalista a partir de sus leyes fundamentales. Cfr. MARX,  Grundrisse. También véase MANDEL, Ernest, La formación del pensamiento económico de Marx.
[23] El tema de la contradicción confronta a las tradiciones de la lógica formal y del positivismo científico con este lado dialéctico, que también se cabría comprender como momentos del proceso de pensamiento, ya que al coherencia formal y la positividad de los hechos es importante en el proceso del conocer. Cfr. LEFEVRE, Henri, Lógica forma y lógica dialéctica. Por su parte citamos a Kosik, “En efecto, la totalidad sin contradicciones es vacía e inerte y las contradicciones fuera de la totalidad  son formales y arbitrarias.” KOSIK, Karel, op cit., p. 73.
[24] Esto se vincula con el principio práctico del marxismo en su sentido más positivo, cuando acepta la capacidad de actuación libre del individuo en la sociedad, lo cual fue bien defendido por la versión marxista de Sartre en “Cuestiones de método”, la Crítica de la razón dialéctica., obran en la cual el motivo principal es resolver los dos polos: sociedad (desde el marxismo) e individuo (tras el legado existencialista y fenomenológico).  
[25] En Las palabras y las cosas, la episteme de cada periodo es una totalidad-red que obliga a todos los pensadores de cada periodo a someterse a una visión global, para generar la interpretación bajo la modalidad de esa época.
[26] ENGELS, Friederich, Anti-Düring.
[27] ANDERSON, Perry, Tras las huellas del materialismo histórico y demás textos de balance.
[28] O’CONNOR, Joseph, El pensamiento sistémico, y TOFFLER, Alvin, La tercera ola.


miércoles, 20 de febrero de 2013

DEFINICIÓN DE GRÚAS Y CORRALONES




Este texto es la 5ta. parte de "AUTOMOVILISTAS EN PELIGRO DE EXTINCIÓN"

Por Carlos Valdés Martín

Grúas y corralones: el corazón sombrío 
En su inicio también me parecieron un adelanto tecnológico, pues un vehículo capaz cargar a otro, resulta un adelanto. Sin embargo, en oleadas periódicas los operadores de grúas adquieren la consigna de tomar a cualquier vehículo sin importar mucho el reglamento de tránsito. No lo comento de oídas, tengo mucha experiencia confirmando que basta colocar un vehículo en la esquina de una calle para que termine remolcado y sancionado.
Por costumbre, las grúas no dejan aviso de sus acciones, de tal modo que el conductor sufre la angustia psicológica de no saber si su unidad fue arrastrada o sufrió un robo. En algunas ocasiones, resulta difícil enterarse del paradero, sobre todo en ciudades grandes donde hay varios corralones y el sistema de información de la Oficina de Tránsito es defectuoso.
Los corralones se definen como sitios antiestéticos, sin diseño ni decoración mínima: un simple solar, apenas bardado y guarecido por elementos de seguridad.  Sin iluminación ni señalización mínima, los vehículos se acumulan sin orden y concierto, creando una triste aglomeración de carros maltratados. En los casos extremos, se acumulan los nuevos “arrastres” junto a unidades deterioradas y oxidadas, a medio camino entre el cementerio y hospicio de inválidos de metal y caucho sintético. Basta una mirada a esos corralones para que el corazón de un propietario quede ensombrecido.
Cuando un vehículo es arrastrado hacia un corralón, de modo ocasional el dueño sufre un peculiar viacrucis: daños mecánicos provocados por el arrastre; cobros excesivos; imposibilidad de liberarlo rápido por errores en la documentación; reporte erróneo sobre el sitio donde está; etc. Si la operación de grúas resulta cuestionable, ese peculiar viacrucis merece una amplia censura pública. Ya encerrar un vehículo en un lúgubre corralón, ante quien lo compró y cuida, resulta motivo de padecimiento psicológico. 

lunes, 18 de febrero de 2013

EL CÓDIGO SECRETO TRAS EL APODO







                                                                                              Por Carlos Valdés Martín

En el apodo parece asomar un gesto trivial, una costumbre familiar sin nada que ocultar, pero en otras situaciones significa la diferencia entre la vida y la muerte. El sobrenombre surge de una exigencia profesional, como en los espías, o bien expresa un ritual solemne, como entre los reyes europeos y pontífices católicos. En la vida privada poner un apodo señala un pequeño libertinaje de los familiares para con sus niños, un exceso de confianza de los compañeritos de escuela, el privilegio del colega “simpático” del trabajo, o una costumbre de las parejas. En la vida pública, la definición del apodo, sobrenombre, alias o mote parece asunto serio, como el título de un rey o un Papa. Pero la vida pública y privada, en el fondo, están conectadas.
Bajo esas designaciones de alias o apodos triviales se encuentran oscuras tradiciones y creencias primitivas; el poder del grupo sobre el individuo y las invocaciones en contra de los maleficios. Bajo ese alias habitan los misterios del yo para sí mismo (ipseidad[1]) y el intrincado universo de las relaciones familiares. Y ahí está el uso de la palabra, con su esencia oscura y luminosa simultáneamente, sirviendo como revelación y ritual, como invención y conjuro. Veamos más de cerca los diferentes usos del apodo o sobrenombre.

1) El espía
Cuando es de vida o muerte ocultar el nombre caemos en el caso de los espías en periodo de guerras. Los espías de guerra: peligros asechando en cualquier rincón, un enemigo poderoso, enormemente siniestro y dotado de todos los recursos, un enemigo convertido en el horizonte alrededor, el enemigo convertido en “territorio enemigo” donde cada paso es un peligro, donde cada arbusto es una posible trampa mortal. Y el espía solamente estará seguro, con una patria íntima de la identidad secreta mientras esté oculto en su guarida de la falsa personalidad, la cual solamente puede iniciarse y culminarse con un nombre falso. Este seudónimo en las palabras es el camuflaje en la selva de la sobrevivencia, el dispositivo que engaña a las conciencias perniciosas. Mientras el camaleón se camufla con colores y texturas del ambiente, el ser humano se oculta de la mirada inquisitiva con nombres falsos y lo que acompaña a ese sobrenombre: una existencia inventada.
Sin embargo, hasta el ciudadano más extrovertido contiene una pizca de identidad secreta, una cámara oculta en lo profundo de su consciencia, pues no en balde la psicología científica se inició con la aceptación de la región inconsciente de la mente. En el plano inconsciente, en mínima medida cualquiera tiene rasgos de espía, porque una porción de la mente permanece oculta, por más que una buena conciencia con su inocencia nada oculte.
Entonces quien recibe, otorga o usa sobrenombres comparte una estratagema del espía. Ciertamente ni el apodador ni el infante comprenden que el apodo crea una segunda capa y con esa “capa” genera una posible narración secundaria. El apodado recibe, sin saberlo, la misma sombra que oculta a los espías: el apodo.

2) Que no se apoderen del nombre
Resulta una idea común entre las tribus creer en el peligro de que alguien se apodere de una emanación de nuestro cuerpo para hacer brujería. A la fecha los creyentes de artes mágicas suponen que con mechones de cabello y uñas se efectúan embrujos para enamorar o causar enfermedades. Por lo mismo, en las tribus se cuidaba con esmero el pelo, las uñas y hasta las partes líquidas como los escupitajos para evitar que cayeran en manos de los brujos. De esta suerte, creían que si descuidaban un corte del pelo, entonces el brujo enemigo tomaba un mechón para hechizar al descuidado; en cambio el aldeano cuidadoso con sus cortes de pelo se mantenía lejos del poder del brujo.
Pero la brujería, en su elaboración básica supone que además de un mechón de pelo requiere de una invocación para afectar al fulanito. El aldeano sagaz creía que el brujo no lograría atacarlo con magia negra mientras ocultara su verdadero nombre propio. Si el brujo capturaba el mechón, pero no sabía el verdadero nombre de fulanito, su brujería sería nula. Y quien guarda con celo su nombre propio debe proporcionar un sobre-nombre como su signo de identidad.

3) Los reyes tribales cambian de nombre
Estas ideas de la conveniencia de un sobrenombre protector variaban según tiempo y lugar. Quizá un aldeano común no estaba tan presionado para cuidarse de los brujos porque estaba en relativa paz con ellos, pero un hombre de poder debía ser múltiplemente cuidadoso, porque el poder siempre está rodeado de envidias. Por lo mismo, cuando los aldeanos adquirían la prestigiosa posición de reyes o magos tenían que redoblar sus cuidados. Como un cuidado elemental les parecía ocultar su nombre verdadero y adquirir uno nuevo, para que sirviera de escudo[2]. Así, los reyes tribales de muchos puntos de globo se cambiaban de nombre, como siguieron haciéndolo los monarcas europeos siglos después y hasta la actualidad lo hacen. Por su parte, los magos y brujos debían manejar las mismas precauciones. Resulta evidente que “Mago Merlín” no definía su nombre de pila, sino el sobrenombre apropiado para las artes mágicas. Según los códigos tribales las precauciones deben ser más acentuadas para las personas importantes, como si el riesgo fuera de la mano con el rango, porque si hasta los dioses estaban en peligro frente a la magia, con más razón los hombres del poder peligrarían.

4) El nombre original y su doble
El nombrar se puede aceptar como acto inicial y definitivo. El carácter de “acto inicial” es cierto, pues cuando encontramos un nombre designando es porque ya nombró previamente, pero el carácter de “acto definitivo” no resulta cierto, porque si ya una vez sucedió puede volver a suceder. Así un nombre para un objeto genérico o para un individuo no tiene razón para el carácter definitivo.
En la mente humana el lenguaje es un ingrediente tan importante, que imaginamos con algún tipo de lenguaje a los primeros humanos. La Biblia no imagina a un Adán sin lenguaje, por eso el primer humano recibe la potestad de nombrar a las cosas, darles un nombre. Y si no creemos en esa historia, simplemente la imagen popular del hombre cavernario implica un tipo de lenguaje primitivo.
La lingüística del siglo XIX, mediante los llamados “neogramáticos” se movió tras las huellas de una familia universal de lenguas, que ellos creyeron remitían hacia una matriz originaria. Esta temática de la lengua originaria fue inducida por sorprendentes descubrimientos del parentesco entre las europeas con las lejanas lenguas asiáticas como el sánscrito y el hitita. Y la remisión hacia un tronco originario del habla repercutía hacia un tema poderoso y casi místico: la primera lengua, la primera designación de las cosas por el ser humano. Bajo esa confluencia del inicio de los tiempos y las palabras, perecería recuperarse un sentido mágico de la palabra, en el sentido de creación absoluta, cuando por primera vez la palabra resonó en el aire y la idea, compañera inseparable de esa palabra, iluminó por primera vez la mente.
Por fuerza, cualquier palabra que recibimos en la actualidad es el eco demasiado lejano, metal delgado como de moneda gastada en un tráfico milenario, que, sin embargo, la recibimos hoy como nueva, como nacida ayer. El tiempo, por fuerza, altera la palabra y suponemos que las actuales palabras no son las del primer sonido (y ni siquiera las antiguas lo son), entonces ese lenguaje inicial se perdió bajo el manto de la “noche de los tiempos”. Así, esta palabra “subasta” parece una unidad de sentido (remate de productos) y también original pero es una copia derivada de los despojos de la guerra romana, entonces recibimos una copia de una copia... Repito ese eco es muy lejano y proviene desde épocas inmemoriales.
La generación de una palabra cualquiera, sea por intención intelectual o hasta por error de pronunciación repite el acto originario de la creación. El apodo repite el expediente de la creación de palabras (nuevo sonido) y de referentes para las palabras (nuevo objeto específico para un sonido ya existente).

5) El recién nacido
El individuo establece una relación de indisoluble integración con su nombre. Si bien la asignación de los nombres tiene varias reglas según sociedades y relaciones de parentesco, en este punto quiero resaltar la vinculación de uno a uno entre el individuo y “su” nombre. Aunque la relación del nombre sea genérica, en la práctica se convierte en una apropiación individual, como el tatuaje indeleble que se usará la vida entera. Me refiero a “relación genérica” en cuanto a las palabras elegidas para el nombre suelen ser palabras “genéricas” ya existentes, como nombres de ancestros, héroes, santos, animales totémicos... siempre palabras existentes y con significado. Si para un bebé se elige el nombre de “Gabriel” se utiliza un término usado ya infinidad de veces que remite a la narrativa aceptada sobre un “arcángel” y posiblemente a antepasados, a familiares, a regiones, etc. Lo mismo opera con el uso de nombres de animales totémicos, que son el calificativo genérico de una especie como “Oso”. A esto se agrega la parte de práctica universalizada de “apellidos familiares” como una forma de herencia, ya sea por línea paterna, materna o cruzadas. Entonces por lo común el nuevo miembro de una sociedad recibe una mezcla del nombre individualizado y el familiar estandarizado por reglas; la combinación de estas partículas integra el nombre total, aunque el rasgo distintivo individual se considera esa la partícula arbitraria elegida por los padres, el “nombre de pila”.
El nombre propio define una radical “ropa social” que cubre al individuo de la intemperie y, en principio, lo conservará por siempre, hasta en la memoria después de la muerte.

6) El pronombre
La partícula pronominal, como su nombre lo indica, es una forma de lenguaje que sirve para sustituir a un nombre.
Ciertas fórmulas rituales proscriben algunos pronombres determinados y esto se define tajantemente en el trato con los reyes y sacerdotes. El establecimiento de reglas de cortesía obligaba a establecer modismos de respeto y alabanza como medio para sustituir al nombre del rey. Esta costumbre de reyes y su continuación por la jerarquía religiosa son ilustrativas. El abordamiento del nombre directo otorga un ápice de poder a quien empuña ese saber, por eso los grandes jerarcas desean evitar esa aproximación de iguales. El nombre propio y el “tuteo” son acercamientos entre iguales, y eso no se aceptable para los superiores (por institución), así resulta significativo obligar a mantener una distancia señorial, propia de la época feudal.

El apodo simplemente es una opción específica de pronombre, de palabra distintiva usada en vez del nombre. Es el sustituto adecuado, sin embargo, como conocemos ahora el alias se encuentra en el terreno de lo informal, de una invención fuera de códigos. El pronombre se establece en la facilidad de los términos generales, porque es una misma palabra para muchos nombres, que en el extremo de su generalidad, un “yo” o un “tú” es el pronombre usual para cualquiera. Evidentemente, el apodo baja un par de peldaños respecto del nivel tan general del pronombre, entonces el apodo identifica (individualiza pero siempre personaliza) con términos  que no suelen ser individuales (radicalmente únicos) y surgen en ese nivel de aproximación, a un pasito del nombre propio, por eso es “sobrenombre”, como si fuera un “estuche” para forrar al nombre.

7) Inquietante generalidad
Debería inquietar que mientras los caballos de carreras adquieren un nombre propio distintivo y único, así como una patente de individualidad absoluta, a los individuos no suele acontecernos lo mismo[3]. Los caballos corredores van adquiriendo largos y exóticos nombres por ejemplo, se les llama “Dama adorable 3ª” o “Abadón fugaz 2do.” Por no repetir y mantenerse estrictamente individuales es importante su número así les agregan las sucesiones numeradas, como si fueran reyes, Esta moda para designar a los corceles no demuestra gusto literario sino un afán de individualidad radical.
Resulta inquietante que entre los seres humanos se prefiera establecer apodos genéricos y poco diferenciados y, además, se ignore el significado del apodo. Muchos serán la versión corta y familiar del nombre propio, así los Franciscos se convierten en Pancho o Paco. En este aspecto hay una tendencia a la repetición, más que a la individualización. Esta tendencia a la repetición parece contradecir ampliamente las presunciones de individualidad desde el periodo moderno. ¿Si tan profundamente somos unos individuos porqué nos nombramos tan genéricamente y luego somos apodados tan genéricamente? La respuesta posible indicaría que el componente social resulta más pesado de lo que aceptamos.
En los alias lo contrario es la excepción. Cierto apodo se puede convertir en asunto absolutamente individual. A “Jack el destripador” se le ha individualizado en su apodo londinense y no pudo escapar de él, aunque eludió a la policía británica. Así, la individualidad es la excepción. Pero todavía vemos que, en este ejemplo, el término Jack es un apodo abunda y común en la lengua inglesa, la individuación viene de una adición de circunstancias, no de un afán por ser individual.

8) El nombre de la coronación
Al recibir el trono los príncipes europeos acostumbraban adquirir un nuevo nombre, formado con otro nombre de pila y una sigla en sucesión cardinal. El rey estipula ante el reino entero su nuevo alias oficial, la pompa y ceremonia acompañan al acto de designar,  nada más lejano a la dotación del apodo casual y familiar. Lo mismo sucede con el Papa, quien asume un nombre oficial y guardia el originario.
Entre las investiduras humanas, esos hábitos que “hacen al monje”, uno de los más importantes debe ser la coronación, la investidura de un rey en los atributos plenos de su poder. En ese trance del simple mortal, sucesor del trono al oficio de majestad real hay un salto enorme en la función social[4]. Por lo mismo, la definición del alias oficial de “realeza” es un acto cargado de sentido y de poder.
¿Nombrar un objeto implica ya un “acto de poder”? En efecto implica un acto de poder y lo es en una medida mayor de lo que se acepta. En el sentido de acto originario, cuando el designar es “primera palabra” se observa la trascendencia del vocablo. La Biblia coloca la nominación como acto divino originario, como “en el principio fue el verbo”. En otra visión religiosa, la brahamánica, existe el sonido del “om”, un sonido originario y generatriz del universo.
En los dos argumentos anteriores está la vinculación evidente entre la aristocracia como pretensión de divinidad y la idea religiosa. El rey al pretender representar a la divinidad, puede atribuirse las cualidades divinas, y entre éstas la facultad de “nominación”. En ese contexto podemos suponer la auto-nominación (el rey otorgándose a sí mismo su nuevo nombre) como un gesto de ascenso al nivel divino, porque esa sería la inicial elevación a una libertad superior, al decidir sobre sí mismo.
Sin embargo, es raro el caso de la auto-nominación, por lo regular las autoridades reciben “nombramiento”, esto en un sentido de puesto, que también implica un “nombre”. Por ejemplo, existió una disputa en pleno medioevo sobre las investiduras, el ritual religioso de recepción de las jurisdicciones de los nuevos obispos. Esa disputa enfrentó la autoridad de la iglesia católica liderada por el papado, contra los príncipes europeos quienes acostumbraban entregar los símbolos del poder a los nuevos obispos, mediante un ritual que evidenciaba una sujeción del obispo al príncipe, porque el príncipe entregaba esos símbolos del mando al obispo. En ese conflicto de las investiduras, el papado se opuso a continuar con una tradición de varios siglos (quizá del siglo V al XI) de que los gobernantes feudales entregaran los símbolos del poder a los obispos, porque esto estaba implicando una especie de vasallaje; porque entonces la ceremonia de ascenso del obispo básicamente era la misma de cualquier investidura de príncipes y nobles, mediante las cuales se establecían vínculos de vasallaje, la relación jerárquica típica del feudalismo. Ese ritual significaba que los obispos quedaban bajo la cadena de mando de los reyes. El papado se opuso a la continuación de ese ceremonial porque deseaba consolidar la relación jerárquica de obediencia dentro de la iglesia, quedando autónomos y separados de los poderes políticos, fuera de la autoridad de los reyes. Esta disputa implicó fuertes tensiones, incluso la ruptura de relaciones con importantes reyes y príncipes. Finalmente como resultado la iglesia ganó el enfrentamiento, al modificarse las costumbres en la investidura de los obispos. Aunque en algunos casos la nueva ceremonia, representaba un compromiso pues siguieron siendo los príncipes quienes protagonizaban la ceremonia del ascenso del obispo.
Pongamos el acento en que esta “ceremonia” de la investidura, es un “nombramiento”. Esto pareciera reducirse como similitud de lenguaje, pero el vínculo sí resulta profundo. Este “nombramiento” no es una designación de superficie, porque el “nuevo nombre” del obispo, reconfiguraba una nueva realidad, establecía la correspondencia entre lo nombrado y el objeto del cargo.

9) El nombre entre los nombres, el sonido originario y el primer apodo
Los nombres y sobrenombres son importantes para las mentalidades que creen en serio que existe un riesgo para al alma, surgiendo del nombre. Por eso mismo algunas tradiciones religiosas creyeron que el “nombre verdadero” de un Dios siempre permanecía oculto a los ojos de los demás (en especial de los profanos). Una leyenda importante para los egipcios, la del engaño de Isis, indica que el nombre del Dios es el medio para doblegar su fuerza[5]. Entonces el nombre de Dios lo deberíamos de suponer como el secreto supremo, porque sería el medio para relativizar al Señor absoluto del universo, y en eso un equivalente a un mando absoluto sobre el universo.
En uno de sus cuentos, Borges juega con un tema similar, el de una frase de poder buscada por siglos en una biblioteca monumental, la biblioteca de bibliotecas[6]. Esa frase sería la llave mágica para los secretos del universo, y mediante los misterios develados estaría abierto el camino hacia cualquier objeto del universo.
¿Qué secreto busco ahora? Una revelación personal sobre mi sentido del mundo, un camino propio, verdaderamente el camino de mi existencia, que aglutine todos los trozos separados de experiencias trascendentes y contrastantes. Ese peculiar “secreto que no es un verdadero “secreto” sino una fase de búsqueda y reestructuración personal, se queda minimizada ante la perspectiva del término que es la clave de los nombres. De alguna manera esto demuestra una veneración por la palabra misma. Porque se podría suponer que un dios permanece por encima de la palabra porque es un Absoluto. Aunque “en el principio haya sido el verbo” no por eso estaría el productor del verbo (su matriz activa) sometido al verbo mismo (su fase pasiva). La idea del  “nombre de Dios” señala al verbo mismo produciendo el universo, es “su nombre” como la fase activa del Génesis. Esto podría refutarse como un exceso del lado “palabra” en la captación del absoluto, pero posee su peso si vemos las cosas desde otra perspectiva. El universo lo observamos científicamente como una materia en estado vibratorio permanente, el cual es una especie de sonido por cuanto constituye unidad de energía (oscilando y viajando) con una materia (vibrando y moviéndose). En ese sentido general, el mismo universo figura un sonido y es una palabra (en el sentido extenso del término, como emanación vibratoria y expansiva de energía y materia), porque la palabra significa una articulación de sonidos expresando un sentido.
En el bramanismo se creía saber la fonética de la sílaba del inicio del universo (sílaba sagrada de la palabra creadora del Dios) y era la sílaba “om”. Ignoro si esta designación fonética sea correcta o descartable como onomatopeya de la iniciación del universo. Los astrofísicos han buscado por su lado un sonido original del universo, un eco de la explosión original y han encontrado algo, semejante al ruido del fondo, la continuación de un eco de hace quince mil millones de años aproximadamente. Si el origen del universo fue una explosión energético-material creemos que la acompañó un “sonido”, el mayor estruendo imaginable, y los astrónomos encuentran un ligero eco viajando entre las galaxias, desplazándose debilitado y moribundo, todavía audible para los aparatos de medición pero imposible para el oído. En ese sentido, mediante el “radar de la mente” la leyenda captó un murmullo que el oído humano no escucha, encontró la leyenda del “sonido originario” que se tradujo a términos auditivos en una sílaba “om”, la sílaba sagrada del brahamanismo. Y esa palabra, por cierto, resulta ser un apodo para el Bigbang originario, es decir, define el primer apodo posible (en la sucesión del tiempo físico, el evento de la primera fracción infinitesimal). Sin embargo, ese sonido originario tan sagrado debe de permanecer fuera de nuestro alcance.

Apéndices sobre el fonema “ch” y el diminutivo
Encontramos dos modalidades importantes para elaborar el apodo. Una es muy usual en México y otros países latinoamericanos, por lo que parece una costumbre regional; la otra, mediante el diminutivo, corresponde a todas las regiones de lengua española, y también coincide con el extenso ámbito del idioma inglés. La noción de lo hipocorístico encaja perfectamente en lo expuesto.
A) El uso del fonema “ch” como preferencia regional.
En México existe una especial afición por utilizar apodos con el fonema “ch” para sustituir el nombre de pila de las personas. Este fonema se usa más como sonido inicial, que en las siguientes sílabas. En México esta costumbre presenta un uso muy consistente, pero también la encontramos en otras regiones latinoamericanas. No creo que exista una lista exhaustiva de esta clase de apodos, por lo que confeccionamos una lista indicando el nombre y su correspondiente apodo con “ch”:
Francisco es Pancho; Carlos es Charly; José María es Chema; Jesús es Chucho o Chuy; Concepción en femenino es Concha y en masculino es Chon o Concho; Caridad es Charo; Luis es Güicho o Lucho; Sergio es Checo; Alfonso es Poncho; Ignacio es Nacho o Tacho; José es Chepe; Ramon es Moncho; María de la Luz es Lucha; Salvador es Chava;  Vicente es Chente; Mercedes es Meche; Silvia es Chivis; Hortencia o Inocencia son Tencha; Rosario es Chayo; Rocío es Chío; Juan y sus mezclas es Juancho; Graciela es Chela; Soledad es Chole; Jorge es Yorch; y César es Chesar o Chito.
Otros apodos preferidos conteniendo a la letra ch no permanecen ligados a un nombre en especial, son bastante comunes y más bien se refieren a características físicas como la estatura o el tipo de pelo, por ejemplo: Chito, Chacha, Chachita, Chiquis, Chale, Chory, Chango, Chulo, Chico, Chueco, Chato y Chino. 
Si nuestra idea es certera, entonces los apodos con una doble "ch" poseen una magia duplicada, de ahí que compatibilicemos y aceptemos tanto al Chicharito, a Chucho o a Chachita. 
¿Existe alguna motivación bien definida para la preferencia por este fonema “ch” en los apelativos? En nuestro idioma este fonema tiene cierta gracia y se presta a la sonrisa, pero desconozco cualquier explicación sustentada.

B) El uso de un diminutivo para el apodo.
También existe una forma de diminutivo muy popular en la elaboración de los apodos y que surge por una contracción del nombre original. Esta forma es muy usual en varios países y se ha difundido mundialmente por el impulso del idioma inglés, ya que varios diminutivos corresponden con el nombre o apodo en inglés:
María es Mary; Antonio es Tony; Carlos es Charly; Jaime es Jimy; Alfredo es Fredy; Catalina es Caty; Ana es Any; Patricia es Paty; Matilde es Maty; Susana es Susy; Josefina es Josy; Rosa o Rosario es Rosy; Laura es Lory; Daniel es Dany; Eduardo es Edy; Sofia es Sofy; Gabriela es Gaby; Elizabeth, Eliseo y Elías son Ely; Estefanía es Estefy; Lucía es Lucy; Pilar es Pily; Andrea y Andrés es Andy; Sandra es Sandy; Mónica es Mony; Martha es Marty; Julieta es July; Leticia es Lety; Liliana es Lily; Tomás es Tomy; Virginia es Viky; Beatriz es Bety; y Liliana es Lily;
Claro que esta modalidad no define la única forma de diminutivos para apodos, pues también se emplean las partículas castellanas “ito”, “tin”, “illo”, etc. Por lo que Ignacio se convierte en Nacho y luego deriva en Nachito.
Existe una razón importante para este tipo de apodos, ya que en español existe un uso del diminutivo para revelar un giro cariñoso. El uso del diminutivo del nombre, en este tipo de apodos, no significa que el referido sea pequeño, sino que implica un trato cariñoso. Lo que nombramos así corresponde con un sentimiento de cariño, por eso este diminutivo corresponde a la designación de familiares, hijos y amistades.

NOTAS:



[1] SARTRE, Jean Paul, El Ser y la Nada.
[2] CAMPBELL, Joseph, El héroe de las mil máscaras.
[3] LEVI-STRAUSS, Claude, El pensamiento salvaje.
[4] Hay un sentido profundo de “socialización” cuando la persona se convierte en personaje, “máscara social” Cfr. MARX, Karl, El capital, tomo I.
[5] CAMPBELL, Joseph, El héroe de las mil máscaras.
[6] BORGES, Jorge Luis, Ficciones.